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Horacio Elizondo destroza a la lógica

(MIÉRCOLES 25 DE OCTUBRE-EL JORNAL). La forma en que se quiso exculpar a Marvin Angulo por la expulsión que recibió de parte del árbitro Josué Ugalde evidencia una absoluta falta de seriedad, que, lejos de minimizar el bodrio ocurrido, lo hizo más grande, aumentó el ridículo y expuso todavía más al futbolista.

Las declaraciones de Horacio Elizondo, el nuevo presidente de la Comisión de Arbitraje, son totalmente cantinflescas, pero en un hacer de Cantiflas desmejorado, porque el actor mexicano era uno de los grandes en ese manejo singular de las palabras y los contextos.

Lo del exárbitro argentino es de una pobreza de expresión abismal, todo explicado en su vano intento de justificar lo injustificable.

No hay razón alguna para que Elizondo saliera a manifestar lo que dijo, porque eso no tiene asideros, o es una cosa o es la otra, porque si algo es lo mismo a la vez, los sabios griegos de hace 2500 años se van todos al basurero, porque nos vendieron la idea de que la lógica existía y era, si seguimos la argumentación de Elizondo, un mero cuento.

Lo que necesitábamos era que Josué estuviera altamente convencido de esta situación, porque cuando vos vivís y sentís algo, tan importante como una agresión, salir de eso no es fácil y él lo hizo con mucha valentía. Después de ver las imágenes entendió que él no estaba equivocado en la decisión que tomó, pero sí reconoció que hubo un accidente”.

Este párrafo del comunicado del presidente de la Comisión de Arbitraje mantendría ocupado a cientos de filólogos, semiólogos, estilistas y escritores e incluso podrían realizar un congreso mundial y dudo de que terminen por ender cómo se pueden hacer semajantes afirmaciones.

Sin pretender suplantar a los especialistas citados. Veamos dos líneas incluidas en el texto.

Línea uno: “…Porque cuando vos vivís y sentís algo, tan importante como una agresión”. Reafirma que hubo agresión, lo cual no es cierto. Ya aquí vamos mal. Señor juez, por favor, que alguien ponga sensatez en este exabrupto.

Línea dos: “Después de ver las imágenes entendió que él no estaba equivocado en la decisión que tomó, pero sí reconoció que hubo un accidente”.

Un pleno de la Real Academia Española de la Lengua, conectado con las 22 academias que existen alrededor del mundo para salvaguardar al castellano de la barbarie, no tendría capacidad de descifrar la insensatez de la frase anterior.

En fin, que a Angulo, lejos de exculparlo, desde el punto de vista semántico, lo responsabilizan de lo que pasó, cuando en realidad lo que hubo fue un choque por una mala ubicación del árbitro.

No hay lógica en el mundo que resista ese análisis. Tal parece que en el fútbol, los trenes viajan en un sentido inverso.

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL

 

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