(JUEVES 03 DE NOVIEMBRE, 2020-EL JORNAL). Cristiano Ronaldo ha llegado a los 750 goles en su carrera y es una cifra de escándalo, sin ninguna duda, pero quedarse solo con los números sería ver de reojo al astro portgués.
La ambición para alcanzar esa cantidad de goles debe estar a prueba de cualquier contratiempo, empezando por el haber tenido una niñez marcada por el alcoholismo de su padre, quien finalmente murió a causa de dicha enfermedad.
Cristiano, desde el punto de vista de querer ser, es el ejemplo ideal que cualquier educador debería de ponerle a sus alumnos.
El delantero es el hombre que se hizo así mismo a punta de esfuerzo y talento en un campo de fútbol. Desde ahí imaginó que podía conquistar su tierra prometida y lo ha logrado sin que parezca que su sueño tenga límites.
Con lo que ha ganado en la cancha, lo que ha recibido de dinero, y la fama cosechada, ya podría vivir eternamente en alta mar en su yate de $20 millones, pero a Cristiano eso le interesa solo en tiempo de vacaciones, porque todavía se visualiza como un jugador profesional, y un profesional no se da esos lujos todo el tiempo.
Lo suyo está en mejorar jornada a jornada, partido a partido en la filosofía de El Cholo Simeone, y a fuerza de repeticiones y entrega aspirar siempre a la perfección. Esa es su utopía. Y esa ha sido su estrella que lo ha guiado desde la pobreza a un nivel celestial aquí en el planeta tierra.
Sus ansias de triunfar son su propio faro. Y en esa medida, lo que hace en la cancha trasciende a su vida familiar: sus hijos entenderán un día que para ser el mejor, hay que entrenarse y prepararse como el mejor. La magia es para los prestidigitadores.
Cuando veo las cifras y sobre todo los anhelos de alcanzar la cima de Cristiano, no puede dejar de recordar a César Luis Menotti cuando hablaba de la hambre que debe tener el jugador. Era el hambre del potrero, que hace que brillen las estrellas y los sueños más inalcanzables se hagan realidad, incluso en medio de furias y tempestades.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.