(MARTES 27 DE JUNIO DE 2023-EL JORNAL). Pasaron los primeros cien días y nada. Pasaron también los primeros seis meses y lo mismo. Y vamos ya para el año y medio, y todavía las señales de este gobierno no están nada claras. Mucha promesa, mucha retórica, pero todo sigue oscuro. O se cancela o bien tira para atrás.
Los más avispados analistas, los que no pertenecen a ninguna de las dos facciones en pugna (chavismo-versus-prensa canalla), no acaban de entender, ni pueden explicar, qué es lo que está pasando, ni para dónde vamos… Si es que vamos para alguna parte.
A uno de ellos lo pude leer en la Internet, indicando que este gobierno solo le deja una “rara sensación de despiste, autoritarismo y chabacanería”, pero no le pudo entrar a fondo a sus exitosos planes fiscales y múltiples desaciertos.
Esa rara sensación, poco comprensible, la sentimos todos, excepto los que compraron estandarte de cualquiera de los dos bandos.
Por el extremo de los alineados, la cosa está muy clara: los chavistas o troles vietnamitas aplauden a ciegas todo lo que vocifere el mandatario (único que manda), y, por el sector de La Nación, Parque Viva, Teletica, Colper, etc. el ataque es constante, manipulador, y sin sacar un dedo de la llaga.
La vocinglería es tan alta y pasional en las redes, que cuesta mucho tomar distancia, y más difícil entender si tendrán buenas intenciones las arengas oficiales, o si tienen razón los que perdieron las elecciones y ahora se agrupan con los medios más reaccionarios para desprestigiar a Chaves y procurarle ingresos perdidos a La Nación, Teletica y BCT.
¡Increíble!: Los neo comunistas y verdiblancos, aliados con la señora gris de Llorente y su repetidora de La Sabana!… ¡Ni en la Italia de Berlusconi vimos tal maridaje de adversarios!
Para encontrar algún rumbo cierto, será mejor batirse sin las vísceras, a puros datos, aunque también nos dejarán insatisfechos.
Veamos algunos:
En el lado gobiernista topamos con que los combustibles bajaron un 30%; la luz y el agua bajaron 5%; el arroz terminó acomodándose a la baja 3%; lo mismo que verduras y otros alimentos. La inflación descendió al 2,44% cuando había llegado a 12% en los PAC recuerdos. El déficit fiscal es hoy el menor en los últimos 15 años (Chinchilla incluida). El pago de la deuda es el más alto en 20 años. El superávit primario subió ¢95.000 millones este año. El dólar se ubicó en ¢545, cuando estaba en ¢600 y más. El desempleo bajó a 10.6%, cuando en el bipartidismo era de 22%. La imposible ruta de circunvalación se abrió en tres tramos grandes sin el cementazo ni el cuentazo. En fin, se le pueden adjudicar bastantes logros al inestable rejuntado que nos gobierna. Pero no quiero seguir troleando, porque me linchan mis amigos de la gauche divine. Que también los tengo.
En el bando contrario –mucho mejor documentado por la prensa canalla– Chaves, además de sus incultos modos, ha quedado mal con casi todas sus promesas de campaña: incumplió la aplicación de la regla fiscal y desajustó la Ley de Empleo Público. Se negó a la transparencia institucional y escondió las grabaciones del Consejo de Gobierno que había prometido entregar. Puso y depuso a 3 ministros de comunicación, cuando prometió que no tendría ninguno. Ofreció eliminar el BCR, BICSA y las pensiones de lujo, y puro cuento. Se le encharcó toda su relación con las universidades públicas, con la Corte, con el tren eléctrico, con autovías como la 27, la 32, y las de San Ramón y San Carlos. Se le llenó de crímenes el potrero (600 homicidios a medio año); ha tenido que echar atrás, sin rubores, muchas de las decisiones que toma (refugiados, tren, bilingüismo, hospitales, renta global, escáneres, etc.); se le ha desmoronado todo el gabinete (más de 20 renuncias o despidos) y, sobre todo, ha cerrado el Parque Viva y ha vilipendiado a la sacrosanta prensa que, él y todo el mundo llaman canalla, excepto el FA y el PLN. Aliados ahora.
En fin, hay para todos los gustos, de allí que cualquier analista independiente se muestre desorientado y opte mejor por tomar las de Villadiego, o guardar un inescrutable silencio.
Lo que sucede es que el Mundo ha cambiado mucho. En unas elecciones raras del 2022, el país NO votó por un partido, como antes lo hacía. Votó por un desconocido que después de 30 años hablando mal inglés, llegó volando desde Indonesia, con una mancha de acoso en la frente; y, por una periodista de origen limeño –más no inca–, quienes prometían limpiar de corruptos y mediocres los ocho años del PAC, con cementera y trocha.
Los ciudadanos, en ridícula mayoría (17%), aceptaron su iconoclasta retórica populista y les dieron opción de poder, sin imaginar que ellos no iban a poder, pues ni tenían partido, ni tenían gente para gobernar, como el tiempo lo demostró con la estampida de nombres raros que ocuparon –por instantes– todo tipo de carteras gubernamentales. Incluida la famosa ministra de los troles.
Ante esa rareza de resultado electoral, solo podía esperarse el despelote que ya vamos viendo, aunque el tono asiático-gerencial del presidente haya propiciado logros indiscutibles como cambiar caras en la piñata del poder, montar un par de puentes a toda velocidad, borrar el chorizo de los alquileres y de las oenegés enquistadas por el PLN-PAC, conseguir buena calificación de Fitch, Moody’s y Standard & Poor’s, y que se siga diciendo en Londres que somos el país más feliz del mundo.
–Ja jajajajajá –dijo un dormilón de caños en las aceras de la Peni.
El contraste entre un autoritario y los blandengues del pasado es cosa que a mucha gente le gusta (60% dice la encuesta), pero la figura agresiva y nada empática de Chaves y su lenguaje procaz le acarrean unas meteduras de zapato fenomenales, como el mega-caso Baruch, y la mordida de Vilma Ibarra. Y como de chiquito no lo enseñaron a pedir disculpas, suele parecer un faruscas demasiado cínico. Y eso le va a costar muy caro.
Estamos en momentos de alta contradicción. Él está polarizando a la población y eso puede profundizar el caos y llevar a la violencia.
El partido de gobierno(¿?) se esfumó con la deuda política y, en las elecciones municipales próximas, no sabemos si podrán comprar otro; por lo que las broncas no se las comió Chaves, sino que las provocó, y, tal es el despelote, que van a crecer cada miércoles: con la Corte, con los medios, con las universidades, con la Caja, con la Contraloría, con la Sala IV, con los sindicatos, con los médicos, con los chancletudos de arete, con los magistrados de peluca blanca y con el mundo entero, porque este es un mundo patas arriba como pronosticara el inolvidable Eduardo Galeano.
Y, desgraciadamente, ya no podemos ni decir –como consuelo– que Nicaragua está peor, porque casi toda su gente vive aquí, y allá tienen menos crímenes.
Hablando con un chancletudo en Cuesta de Moras le dije que este caos era nada más un despiste de prueba y error por la curva del aprendizaje, que cruzarla lleva su tiempo, a lo que me respondió encabritado:
–Qué curva ni que ocho cuartos, esto no es despiste… ¡Es despiche!. Y si daña a la Caja lo vamos a botar.
No quise replicarle. A la larga tenía razón. Veremos pronto en qué termina la bronca: O Cierra La Nación o cierra Zapote…
O se juntan y acaban con nosotros, los de a pie, que también es posible. Por ahora, no se puede especular más.