(JUEVES 27 DE JUNIO, 2024- EL JORNAL). México hace rato que dejó de ser México. Es decir, aquel equipo que con solo la camiseta asustaba y que tuvo épocas en que era capaz de golear a Costa Rica 7 a 0.
Ahora es un gigante con pies de barro. Le sucedió anoche ante Venezuela, contra la que perdió por primera vez en su historia.
La selección azteca es un equipo corriente. Casi sin figuras para destacar, en cuyo apartado entra el hoy lesionado Edson Álvarez.
En la conferencia de prensa, un afectado Jaime Lozano aseguraba que iban a pasar a segunda ronda, más en un ejercicio de pastor protestante que de entrenador.
Se le notaba la frustración y la angustia al técnico, que se escudó en que generaron más opciones de gol que los venezolanos.
Hace ratos que México no da con la tecla: pasaron Juan Carlos Osorio, Gerardo Tata Martino, Diego Coca y ahora Lozano, por citar a los más cercanos, y el equipo no da muestras de ser lo que era.
Todo pasa por la calidad de los jugadores y aunque México maneja mucho dinero, no necesariamente saca la cantidad y la calidad de los futbolistas que requiere para meterse de forma definitiva en la élite latinoamericana, al lado de Brasil, Argentina y Uruguay.
Ya ni siquiera son mejores que Estados Unidos o Canadá. Los aztecas tienen mucho poder en los medios de comunicación y tienen una masa de seguidores capaces de llenar un estadio de 70.000 personas con facilidad, pero la esencia y el buen fútbol, hoy ya no lo tienen.
Eso deberían aprovecharlo algunas selecciones de la CONCACAF, como la misma Costa Rica. Sí, tienen que sacar ventaja de que hoy México es un gigante con pies de barro.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
