(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 21 DE NOVIEMBRE, 2015-EL JORNAL). Se estima que el encuentro de hoy entre El Real Madrid-Barcelona lo verán unos 600 millones de personas, pero lamentablemente no solo este maravilloso juego se globaliza, sino también el terrorismo, que nos ha devuelto a los primeros días del 11 de septiembre de 2001.
Lo sucedido con los ataques en Francia, el pasado 13 de noviembre, reitera lo que ya los analistas habían anticipado: que las guerras actuales son muy diferentes a las del siglo XX y anteriores, en la que los ejércitos se enfrentaban bloque a bloque hasta ganar el terreno en disputa.
El ataque abierto a la población civil ensayado en Francia abre un nuevo tipo de guerra, que deja a los estadios como lugares ideales para que los terroristas cometan atrocidades, motivo por el cual la paradoja es suprema: un deporte que convoca paz, humanidad e ingenio como el fútbol, podría ser el blanco perfecto de los extremistas.
Ahora que sobre el fútbol se ciñe esta sombra ancha y larga del terrorismo, sería oportuno empezar a relegar términos como “obus, disparo, guerra, bala, disputa, ataque”, entre otros, de modo que los pocos cronistas que en el mundo quedan, tengan que ser más creativos y narren la odisea de la cancha con un nuevo y refrescante lenguaje.
En una sociedad globalizada como la actual, se vuelve cierta aquella metáfora del efecto mariposa, porque al primer movimiento del fanatismo, sus secuelas se perciben en los lugares más remotos del planeta.
La maravilla, en medio de esta oscura coyuntura, llamada incluso por el Papa Francisco como la tercera Guerra Mundial fragmentada, es que ahora se vive un Real Madrid-Barcelona con la misma pasión como si estuvieran jugando a la vuelta de la esquina, y sus protagonistas fueran nuestros vecinos de siempre.
*Director de EL JORNAL y Máster en Literatura.
