(MARTES 04 DE ABRIL 2023-EL JORNAL). Hay tres sucesos que llaman la atención de cómo se ve el fútbol y la vida en un país desarrollado y en otro del tercer mundo, como Costa Rica.
En el primero de ellos, el Tribunal Disciplinario impuso solo un partido de suspensión a la Liga por los sucesos acaecidos el domingo anterior en el clásico. En el segundo, Yurguin Román era detenido por conducir ebrio en San Carlos y no pasaba nada. Y el tercero era el despido de Johathan Moya por manejar borracho en Corea del Sur.
Son formas de ver el mundo y de aplicar disciplina. Volvamos por un momento al Morera Soto: no es la primera vez en que la seguridad es vulnerada. Lo acaecido el domingo pasado puso en riesgo, incluso, la integridad de los futbolistas manudos y como castigo solo le endosan un partido de suspensión a Alajuelense.
Es un juego de niños. Hasta que pase algo grave, se infiere de lo que dice el Disciplinario, quizá se tomen en serio la necesidad de garantizar la seguridad de los jugadores y de los aficionados en la sede rojinegra.
La lógica indica que hay que ser más severos. Más serios. Igual opera con los futbolistas. Mientras en Corea del Sur consideran que la irresponsabilidad de Moya era inadmisible, porque puso en riesgo a ciudadanos de su país al conducir ebrio, en Costa Rica le hubiesen reído la gracia.
Son maneras de ver la vida en el país más feliz del mundo contra la disciplina, el esfuerzo, el compromiso y la aspiración de ser mejores por parte de los surcoreanos.
Por eso no es de extrañar que, cuando predomina la idiosincracisa tico-latina, todo sea un eterno carnaval, mientras la realidad reclama seriedad, altura y medidas correctivas para evitar el vacilón.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
