(MIÉRCOLES 24 DE JULIO, 2024- EL JORNAL). En Costa Rica se venden las franquicias de fútbol como si fueran panes o verduras en el Mercado Central.
No hay regulación. Solo se especifica en el reglamento de Unafut, que las franquicias no se pueden alquilar, pero sí vender, ceder o donar. Y de ahí en adelante la selva. Que sea lo que Dios quiera. Por eso, por ejemplo, en un momento dado la franquicia de Aserrí apareció en Naranjo y después otra vez en Aserrí, con lo cual se desconocía el trabajo de base de decenas de personas que ayudaron a que el «F», como se le conocía al equipo en este cantón josefino, subiera de categoría.
Acaba de pasar con la franquicia de Jacó, que iba para San Ramón y de pronto aparece en San Carlos, como si fueran mágicas. O enarbolan hoy una bandera y mañana otro. Por eso, surgen muchos equipos fantasma, cuyo respaldo de la afición no existe y este no es un asunto menor.
Debe tomarse muy cuenta. Un equipo sin arraigo es un cascarón. ¿A quién representa? Antaño, un equipo como el propio San Ramón, Limón, Turrialba y Barrio México tenían su afición, no a la altura de Saprissa y Alajuelense, porque en un país tan pequeño como el nuestro eso es imposible, pero sí una afición visible y no fantasmal, como ocurre hoy, que algunos conjuntos son seguidos por cuatro gatos, y el último llega con retraso de al menos diez minutos al partido, porque se perdió pese al uso del Waze.
Hasta ahora, con el tema de las franquicias, la Federación de Fútbol y la Unafut miran para otro lado, pero llegará el momento en que tengan que regular estas ventas, más propias del Mercado Central que insertas en un mercado futbolístico. Y no se vale confundir equipos de fútbol con verduras y panes.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
