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Fanáticos detrás de los micrófonos

Lic. Rafael Ugalde. *

MIÉRCOLES 11 DE OCTUBRE-EL JORNAL). ¿De qué tiene que avergonzarse el fútbol costarricense, tras quedar eliminado el deportivo Saprissa frente al club Estelí de Nicaragua la noche del 4 de octubre por la copa Concacaf? ¿Qué robamos para que nos avergoncemos por un resultado adverso ante un cuadro procedente de un país que los nuevos sicarios del micrófono  nos venden desde hace casi 30 años como la peor nación del istmo?

O será que dentro de nuestra estrecha mentalidad chouvinista, que raya a veces el más puro fascismo de Mussolinni , solo Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Panamá tienen derecho a evolucionar futbolísticamente. Hace 26 años el Diriangén superó a la Liga Deportiva Alajuelense y no hubo tanta conmoción.

La diferencia entre el triunfo del Diriangén  sobre la Liga y el Estelí ante Saprissa  radica en  que los alajuelenses no tienen la sarta de fanáticos morados disfrazados de periodistas deportivos y los de Alajuela a lo sumo a veces son simplemente “manudos” o “rojinegros”, mientras Saprissa es “poder y orgullo”.

Muchos de estos fanáticos, metidos a periodistas, repiten como loros lo escuchado desde la gradería o aceptan que les digan qué decir , porque me temo que en algunas de las universidades de garaje, donde obtuvieron su título, ni  cuenta se  dieron de la importancia de la filosofía, la semiología o la sociología para hacer una pregunta inteligente.

Esa noche fatal para el fútbol costarricense, según uno de estos periodistas, toda la culpa es de Vladimir Quesada por un mal planteamiento táctico, como si el equipo visitante no  jugara al  futbol también. Olvidó que el Estelí venció a unos de los mejores equipos de Centroamérica: el Olimpia de Honduras. Se trata, pues, de descalificar cobardemente al otro, escondido desde un micrófono.

Estos fanáticos detrás de los micrófonos, sentirían escalofríos a la hora de repetir el tal “poder” y “orgullo” saprissista, si en su universidad les hubieran obligado a llevar un curso de fundamentos de historia o epistemología, para que desentrañaran ese grito de guerra del populacho morado.

El “poder”, amigo lector,  es la capacidad de hacer o imponer a otros ciertas cosas, legales o no legales, morales o no morales; mientras el “orgullo” no es otra cosa que llevar al extremo la sobreestimación  de la persona o grupo. Dos elementos dañinos en toda sociedad, cuando a las masas que han politiqueado sus dirigentes  las llevan al sufrimiento, cuando las cosas no salen conforme a ese “poder y  “orgullo”.

El mejor ejemplo de este sufrimiento fue el camino transitado por las juventudes nazis cuyo poder, por años, fue su superioridad sobre otras razas en todos los campos (deportivo, ,militar,  etc. ), hasta que los soviéticos liberaron a la Alemania de Hitler y la verdad ocultada por el regimen les pegó en la cara a los jóvenes. Ya era demasiado tarde.

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