(MARTES 08 DE AGOSTO-EL JORNAL). Luis Marín es despedido de Pérez Zeledón. Unas horas después, Geiner Segura toma su relevo, tan solo unos a días de que haber sido destituido de Puntarenas.
Mauricio Wright salva del descenso a Grecia, que en Costa Rica equivale a salir campeón, si se consideran las circunstancias en que lo hizo, pero en la jornada tres lo despiden.
Cualquiera que sepa de fútbol y que haya leído el anterior parte de ‘guerra’, se dará cuenta de que hay un vacío gigantesco en la dirigencia, que se mueve al calor de los resultados, que la planificación es una palabra prohibida y que todo es un carnaval.
Ante semejante panorama, no hay, por ende, que hacerse ilusiones en relación con el trabajo del próximo Comité Ejecutivo, si este procede de un entorno y una tradición que apuestan por la improvisación como regla de oro.
Ojalá que logren aislarle, que vivan en un mundo paralelo, pero para ser honestos, no veo la forma de que puedan abstraerse a un fútbol del quite y ponga, en el que todavía se previlegia la fuerza y las hormonas por encima de la inteligencia, la táctica, la estrategia, valores milenarios del militarismo que con tino fueron extrapolados en su momento al arte del balompié.
Cuando un país está en decadencia, como el nuestro, incluso en el fútbol se perciben las griestas y lo cierto es que con tanta inestabilidad en los banquillos nadie puede pensar que nuestro campeonato es serio, riguroso, producto de acciones pensadas y consensuadas, sino más bien todo lo contrario: es fruto de las ocurrencias constantes.
Los entrenadores sufren a diario esta realidad y terminan por ser víctimas de la improvisación mutiplicada exponencialmente.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
