(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 28 DE NOVIEMBRE, 2018-EL JORNAL). Sin hacer carrito con los labios ni las muecas a que nos acostumbran los cantantes líricos, dizque para calentar la voz, Flavia Mirabal y Yasel Castañeda, llegaron al evento como uno más: sencilla y naturalmente, como decía Martí. Pero no recuerdo quien conocía a estos jovencitos de esta historia, la gracia, el arte y la solidaridad, que fluye a torrentes en ellos.
Si Agustin Lara hubiera estado allí estoy seguro de que no hubiera desperdiciado la oportunidad de poner letra y armonías a esa belleza y sencillez de flor llamada Flavia. Nadie me quita de la cabeza tampoco que César Portillo de la Luz, hubiera volcado su vena creadora sobre esta joven de escaso metro setenta, con una voz de soprano que enternece, arrulla y cantando “mueve los hombros igualito que las cubanas”, diría el inmortal Benny Moore.
Y Yasel es de la misma escuela de la zarzuela cubana. De entrada, cualquiera se equivoca, pues vestido con sencillez, sonrisa cálida, tirando a color canela, este cubano esconde un voceron de tenor extraordinario. Uno sospecha de entrada que estamos frente a uno de los mejores tenores de la zona, por su desarrollado diafragma. Después de allí, nadie imagina la clase de lírico que tiene al frente.
Son dos jóvenes formados en otra latitud. Un aplauso con olor a bohío, un grito de victoria y optimismo por quienes sufren, o simplemente llamarlos “compañeros” mientras hacen fila para la repartición del arroz con pollo como cualquiera otro, vale para ellos más que cualquier chequera. No me lo dijeron. Lo vi con mis ojos.
Y cuando se justaron estos dos líricos con la exquisita voz de la costarricense Guiselle Santamaría en el marco de la Declaración XI Encuentro Nacional de Solidaridad con Cuba, sencillamente fue del carajo. Dentro del sencillo saloncito de UNDECA todos impávidos; afuera en la acera, mucha gente humilde que no sabía de qué se trataba, detuvo su andar para llenar sus oídos de un celestial tono pianissimo o un crescendo, que erizaban la piel.
Mientras tanto, el cantautor nacional Oscar Espinosa nos había advertido con antelación en sus composiciones, cómo quieren despojar a los habitantes de la capital de uno de los principales pulmones de la ciudad ubicado en Salitral para construir condominios de lujo.
De cierta manera el destacado historiador cubano, Hugo Crombert Bravo – tercera generación descendiente de Flor Crombert, uno de los grandes luchadores por la independencia de Cuba, junto al querido Martí y los Maceo- nos explicó en persona que esa calidez viene desde el siglo antepasado.
La investigación de esta hermandad histórica está recogida en la obra “La expedición del Honor” cuya cuarta edición, escrita con lenguaje sencillo y detalles profundos, circula gracias a la tarea formadora de la Asociación Nacional de Educadores (ANDE).
Mi fin era contar a ustedes que hubo una declaración muy importante sobre el futuro que ya tenemos al frente todos los asalariados, los profesionales, los intelectuales, los pensionados, los jóvenes, las mujeres, los religiosos, etc., el día exacto que Fidel cumplió dos años de su partida física, pero por espacio no se puede.
Y desencanto causo a muchos queridos amigos: ¿para qué hablar de él después de su partida?; no hay una calle, una esquina, edificio alguno que lleve su nombre. No hay necesidad si nos exigimos la “solidaridad” como valor universal, si hay por doquier interpretes líricos sacados de los bohíos; médicos, educadores, biotecnológos, etc que sin Fidel no hubieran ido a la Universidad.
De los Andes a la Sierra Madre, del Atlántico al Pacífico, hay añoranzas por realizarnos como personas que queremos paz, que sabemos que la dignidad existe, disfrutamos, dándonos a los demás, Es redundante. Ni una letra más sobre Fidel. ¡No quiero¡ Siempre está allí.
Periodista, abogado y notario, graduado en la UCR.