(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 13 DE JULIO, 2018-EL JORNAL). La frase de que “el fútbol no tiene memoria” la escuché por primera vez en una entrevista que le hice en su oportunidad a Juan Arnoldo Cayasso, cuando el exsaprissista daba sus últimos pasos en el fútbol de la Primera División.
Ahora que Cartago está con aires agitados por la salida poco elegante de Randall El Chiqui Brenes como futbolista de la institución, llegan de España impactantes informaciones de cómo el Cádiz lleva a Jorge El Mágico González a su tierra, lo recibe con honores y a tal punto ha llegado la emoción del pueblo gaditano que la policía tuvo que intervenir hoy, porque el exdelantero salvadoreño no podía llegar al automóvil que lo trasladaría a una reunión con el alcalde.
Ha pasado mucho agua desde que El Mágico fue jugador del Cádiz, sin embargo, el equipo está empeñado que si el futbolista lo quiere, le darán un lugar de honor y de privilegio para que sirva de motivación y orientación a la afición.
Mientras todo ello sucede, Paulo César Wanchope cometió el primer gran error de su gestión al frente del equipo blanquiazul: sacar a El Chiqui por la puerta de atrás.
En un equipo que hace tan solo tres meses se salvó del descenso por las difíciles condiciones que enfrentó Liberia, no puede apartar al último ídolo que ha tenido, como si en el vestuario sobraran los referentes.
Si no pensaba utilizarlo en la cancha es muy probable que el delantero hubiese estado dispuesto a animar desde el banquillo y aportar aunque fuera en minutos a la causa blanquiazul.
Cuando entrevisté hace dos años a Leonel Hernández, ídolo y máximo anotar en la historia del Cartaginés con 164 tantos, no ocultó su disgusto y su alejamiento del club. Tenía, me contó, más de 20 años de no ir por su voluntad a ver un partido, a pesar de que bien podría llegar a pie al estadio José Rafael Fello Meza.
Y está el caso del propio Fello Meza, contado por su hijo, de la forma equívoca en que lo apartaron del club en su momento.
Visto lo anterior, parece que entre el Cartaginés y el Cádiz no solo media una larga distancia geográfica, sino de percepción de cómo se debe tratar y proyectar a un ídolo de la afición.