(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 12 DE MARZO,2017-EL JORNAL). El flamante, irreverente y fascista, para muchos, Presidente de los Estados Unidos, sin siquiera acomodarse en la Casa Blanca, tachó a The New York Times, Washigton Post, CNN y The New Yorker como “enemigos del pueblo”.
Sí, los periodistas somos los enemigos del pueblo, dice Donald Trump, pero no hay que ir muy lejos para encontrarse con esa forma de pensar.
Cerca, en nuestra región, en nuestra comarca, algunos piensan que el periodista es un relacionista público y ejercen labores absolutamente distintas, aunque ambas válidas y respetables.
En un contexto en el que cualquiera que ande con un celular o una grabadora se cree periodista, hay una deformación tremenda de qué es y cuál es la función de la prensa.
Y ante la confusión aparecen masas de ignorantes, ejércitos de ignorantes, que ofenden en las redes sociales escudados, casi siempre, en el anonimato.
La prensa está para informar y para fiscalizar, siempre respetando un código de ética, que esos analfabetos prácticos, que aunque saben leer y escribir, son incapaces de comprender más de dos o tres líneas.
Y a la par de esos analfabetos, están los políticos que son incapaces de comprender que su función se expone a la crítica y no solo a la palmadita o el aplauso, situación para lo que no está la prensa, sino cierta forma de hacer relaciones públicas, o de un periodismo acomodaticio que niega sus principales virtudes.
Lo alarmante, insistimos, no es que Trump diga que los periodistas somos los enemigos del pueblo, sino que en nuestra región, en nuestra Costa Rica, de cuando en cuando, aparecen esas voces que afirman: esos, esos periodistas son los verdaderos enemigos del pueblo. A machacarlos. A bloquearlos. A desacreditarlos.
*El autor es periodista, director de EL JORNAL y Máster en Literatura.