DESDE LA CANCHA
Randall Campos con su talento y oficio de fotógrafo, captó imágenes de lo que había quedado del antiguo Estadio Nacional. Desde el polvo y los escombros hasta la Joya, como le llaman algunos, que nos entregaron los chinos.
También captó la parte humana, cientos de obreros chinos que vinieron y transformaron el cemento, la fibra y la varilla en un abrir y cerrar de ojos en el nuevo, bello y moderno Estadio Nacional.
Con sudor, disciplina milenaria, trabajo, sangre y hasta muerte estos anónimos y lejanos trabajadores convirtieron la materia en arte.
Hoy es el trapito de dominguear, y muy al estilo tico como para rajar, en menos de un año pasaron por ahí Messi, Neymar, Casillas, Xavi Hernández, Danny Álvez y Ronaldinho, entre otros. Es decir, Brasil, Argentina y España; lo que parecía inalcanzable. Randall lo captó y nos lo entregó para siempre.
Como para siempre nos han dejando en cada comunidad aquellos anónimos forjadores de futbolistas sus enseñanzas.
Son soñadores y pioneros que nos iniciaron en los secretos del fútbol. Cada uno recordará en su pueblo a alguno de ellos. En mi pueblo, San Gabriel, fue Iván Solano, que dio la fortuna que fuera mi padre. Y en Aserrí, Pepe Calderón, quien murió la presente semana.
“Pepe, ¿me presta una bola?”. Sí, pero me la cuida respondía. Cargaba en aquel bulto tacos viejos, pantalonetas y bolas, para prestárselos a aquellos niños y jóvenes que no tenían.
Pepe Calderón les enseñaba a patear con ambas piernas, a colocar el cuerpo para controlar el balón, con qué parte darle, en fin…
En lo táctico, les enseñaba y les repetía, “recuerden, atacar y defender en bloque, con defensa escalonada, no reculen. Si la bola viene por la derecha pásela a la izquierda”. Y por supuesto, a nunca utilizar un defensa cimarrón, como él le llamaba.
“No, no, el fútbol hay que empezar a jugarlo desde atrás”.
Mi agradecimiento a Johnny y Otto Díaz por recordarme vivencias de las enseñanzas de Pepe Calderón, que se quedarán para siempre.