(MIÉRCOLES 01 DE DICEIMBRE, 2021-EL JORNAL). Tenía razón Constantino Láscaris, ese filósofo que se vino a Costa Rica tras una gira a Europa del Presidente José Figueres Ferrer, cuando dijo en su libro El costarricense, que al tico le gustaba vivir enmontañado.
Seguimos enmontañados y más aldeanos que nunca. A Rodrigo Calvo le ha caído una andanada de críticas por no haber votado a Keylor Navas como mejor portero en la puesta en escena para France Football.
Mientras no superemos ese falso patriotismo, seguiremos al margen de la revolución digital y de las transformaciones del mundo. Somos más papistas que el propio Bergoglio y creemos que el centro del mundo está en nuestro país.
Miopía, miopía y más miopía: en el campo cultural, político y deportivo, así como filósofico y moral, vivimos una decadencia creciente.
En Costa Rica se quiere destacar, cada vez más, al mediocre, y de mediocre estamos hasta las cachas, aparecen por doquier, pululan en cada esquina, y se autonominan a cuanto concurso haya, para tratar de asomar la cabeza y salir en la foto.
Son tiempos oscuros y amargos para esta Costa Rica que alguna vez se creyó la Suiza Centroamericana y que aspiraba a ser el primer país desarrollado de América Latina.
Todo eso se ha ido por el despeñadero y por ahí seguiremos mientras la capacidad crítica, de análisis y de proyección siga a la baja.
Y eso parece hasta contagiarse, hoy tenemos un entrenador del que se dice que no sabe hacer los cambios y al que le faltan luces en ciertos detalles, al punto de que le impusieron una comisión técnica. Hasta en eso andamos mal.
Un periodista como Rodrigo Calvo, meticuloso hasta la saciedad y honrado en toda regla, no iba a votar a Keylor Navas solo porque es costarricense. Este proceder tan sencillo y que no requería explicación, le ha valido al menos una noche en vela.
Es la asunción de la mediocridad en la crítica la que prevalece en este país que algunas vez tuvo todo, incluido el fútbol, para erigirse entre las naciones del mundo como un lugar distinto, con líderes que fueron capaces de eliminar un ejército y poner la educación como un pilar del desarrollo.
Pero eso ya es pasado. Hoy estamos en manos de advenedizos. Y muchos de ellos son los que hacen y deshacen en las redes sociales.
Ahh, Constantino Láscaris, todavía no te perdonan que hubieses admitido que habías fumado marihuana. Era inadmisible para un profesor de la Universidad de Costa Rica.
Aldeanos, pequeños, miserables intelectualmente, eso hemos sido muchas veces, y embuidos en un falso patriotismo gozamos del derecho al bombeteo, en el que somos campeones del mundo, así que Rodrigo Calvo debe tomarse con un humor tanto señalamiento ocioso y sin sentido.