(JUEVES 17 DE MARZO, 2022-EL JORNAL). El Villarreal pasó ayer de manera brillante a cuartos de final y ya está en el bombo de los ocho equipos que disputarán esta fase de la Champions.
Para un equipo profesional este parece ser un paso normal, esperable y que no requiere tantos bombos y platillos. No obstante, el Villarreal tiene una historia maravillosa. En realidad está respaldado por un pueblo –Vila-real—de tan solo 50.000 habitantes, con lo cual se trae abajo aquello de que se requieren grandes poblaciones para tener determinado número de equipos en un campeonato.
O sea, en Costa Rica aquel argumento de que es mejor bajar a 10 equipos porque solo somos 5,5 millones y no da para tanto, es falaz por completo.
Lo que se requiere es organización y en esto pueden dar cátedra Fernando Roig, quien compró el club en 1997 cuando estaba en Segunda División. Hoy es el campeón de la Europa League.
¿Cómo se logra una proeza de esa magnitud? Con ideales y objetivos claros. Involucrando a la población, en la que uno de cada cinco habitantes de Vilareal son socios del club. Es cierto que la familia Roig pone el dinero, pero ya hemos visto que con solo dinero no es suficiente, se requieren cuadros calificados para manejar de una manera adecuada y con altas miras al equipo.
Dirigentes del fútbol costarricense –incluidos los de la Federación—ya deberían estar haciendo fila para hacer una pasantía en el Villarreal para ver de cerca cómo trabajan administrativa y deportivamente. Solo se aprende con los mejores.
Lo triste es que en lugar de buscar conocimientos y mejorías para hacer del balompié tico un fútbol profesional, se pongan reiteradas excusas y todavía tengamos equipos en la Primera División que no pueden jugar de noche porque carecen de iluminación o campos de fútbol profesionales con canchas sintéticas, y no de las mejores, pero sobre todo, lo que hay que cambiar es la mentalidad pueblerina de la gran mayoría de nuestros dirigentes.
Mucho que aprender del Villarreal por parte de nuestro fútbol.
