(LUNES 10 DE ABRIL 2023-EL JORNAL). Pablo Wanchope ha dado a entender en conferencia de prensa que la expulsión de Marcel Hernández estaba de alguna forma en el oscuro guion de algún personaje entre las sombras.
Se equivoca de principio a fin el entrenador del Cartaginés cuando busca justificar la actitud errónea de su goleador. Las imágenes de la televisión dejan claro que la expulsión estuvo acertada. No se puede ofender a un adversario—Randall Cordero— mediante el gesto que le hace el delantero brumoso a su rival.
Y sacar el victimismo a esta altura del partido es un traje que le queda grande y mal a Wanchope y al Cartaginés. El equipo blanquiazul tiene la plantilla suficiente para huir de esos victimosmos históricos que no conducen a nada.
Decir aquello de que estaba en las estadísticas en su momento sonó bien, pero hoy, 10 de abril de 2023, es un desacierto, porque la expulsión del silbatero Bryan Cruz estuvo en toda regla.
Wanchope, que es un caballero en todo el sentido de la palabra, debería decirle a su jugador que no puede comportarse como un adolescente de 13 años y que se ubique, que es un buen futbolista, pero nada más, no es un crack, como se ha dicho erróneamente en Costa Rica.
Si se llaman las cosas por su nombre, como lo han hecho desde tiempos inmemoriales los poetas, habrá una mayor y mejor comprensión de la realidad.
Por eso, señor Wanchope, no me venga ahora con que estamos preparados para todo y contra todos, que eso suena a Atlético de Madrid, un equipo que toda la vida ha sido segundón, entre otras razones, por ese victimismo barato e infantil.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
