(MIÉRCOLES 01 DE MARZO 2023-EL JORNAL). Walter Centeno ha sido destituido de Goicoechea, cuando se nos había comunicado que ese era un proyecto a largo plazo.
Los malos resultados en las últimas fechas desataron todos los fantasmas en el equipo guadalupano y optaron por despedir a un entrenador que, se suponía, era el ligamen ideal con las ligas menores.
Una vez más, el cortoplacismo prima en nuestro fútbol, porque Fernando Palomeque no garantiza que llegará con una varita mágica para resolver los problemas del equipo.
Es una apuesta tan, o más riesgosa, que la de continuar con Centeno, que si bien todavía está en una fase de formación, tiene a su haber el hecho de que defiende un estilo, y de que le gusta ayudar a que sus jugadores mejoren día con día.
A Centeno, desde luego, que le interesan los resultados, pero procura ver más allá en el horizonte, y son reconocidas aquellas imágenes tras los partidos en los que se queda corrigiendo a alguno de sus futbolistas con el fin de que en el próximo encuentro no repitieran el error señalado.
Pese a su proyección y a que Goicoechea era el equipo idóneo para que trabajara con calma, el caer cerca de la zona de descenso precipitó el resto de los acontecimientos que terminaron con el entrenador en la calle.
Los que miran y se reconocen en el presente, pensarán que su destitución es una medida inteligente, los que pensamos que el fútbol requiere de tiempo de trabajo y muchos automatismos, consideramos que la continuidad era lo mejor.
A 12 fechas para la conclusión del torneo, despedir al técnico que conoce a sus futbolistas, es una acción temeraria, y veremos pronto si el destino elegido por los guadalupanos fue el más inteligente o una autozancadilla con consecuencias graves para su permanencia en la Primera División.
El síndrome del cortoplacismo en nuestro fútbol es su gran sello de distinción.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FxD y EL JORNAL
