(LUNES 31 DE JULIO 2023-EL JORNAL). Escenario: segunda fecha del Apertura. Contexto: Cartaginés recurre a las rotaciones por un juego que tendrá el jueves. Primeras incidencias: en 21 minutos, Grecia le goleaba 3 a 0, lo que obligó al técnico Paulo César Wanchope a hacer variantes ya en el minuto 30.
El anterior parte evidencia cómo el juego de las modas puede llevar a decisiones erróneas y no es la primera vez que le pasa a Wanchope, que tuvo la fortuna de enderezar un encuentro que frente a un equipo más calificado jamás lo hubiese logrado, lo que sucede es que Grecia es un once ultralimitado y al final se dio la remontada blanquiazul.
Que un entrenador venga a plantear cinco rotaciones, o sea, prácticamente medio equipo, porque el jueves tiene que trasladarse del lejano Cartago a Tibás para enfrentar por el torneo centroamericano a Saprissa, es un ridículo mayor.
Hay mucha parafernalia alrededor del fútbol, mucha física cuántica, mucho esoterismo, cuando lo que debe primar es el sentido común.
Y al final, el embrollo le salió muy mal a Wanchope, porque tuvo que recurrir a los estalares para poder salvar un juego que si lo hubiese planteado bien, no hubiera tenido que andar por la calle de la amargura como le sucedió.
Lo peor de todo es que el mejor jugador del Cartaginés de los últimos tres años: Jeikel Venegas salió lesionado y no se sabe si estará bien para el partido crucial contra Saprissa, porque para el equipo brumoso es indispensable empezar con acierto en Centroamérica, luego de que su anterior participación fuera muy deficiente.
Ya cansa la idea de los entrenadores de querer ser más modernos que la modernidad misma. Un equipo que se respete, que se precie, no puede ir perdiendo 3 a 0 en 21 minutos. Y Cartaginés lo volvió a hacer. Muy mal Wanchope y sus experimentos sin ningún sentido.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
