(SAN JOSÉ, COSTA RICA, JUEVES 20 DE AGOSTO, 2020-EL JORNAL). Barcelona se ha equivocado con Messi en gran medida: primero lo forzó a ser líder y el liderazgo no se improvisa ni se ejerce sin carácter y convicción, y el astro argentino no tiene esa pasta para ejercer de capitán.
Después, lo encumbró como su Rey indiscutible. Desde el punto de vista futbolítisco no hay discusión: Messi ha ido mucho más lejos de lo que cualquier fanático culé hubiera pensado. Así que en este apartado es ocioso entrar.
En lo que sí es discutible es que lo haya proclamado el Rey Messi, porque al hacerlo le otorgaron la condición de estar por encima del bien y del mal y ningún jugador, llámese Messi, Maradona, Cruyff, Pelé, Di Stéfano, Cristiano, etc., etc., etc., puede estar por encima del club.
En ninguna circunstancia y en ningún momento. Cuando ello pasa ese equipo va rumbo al despeñadero. Siempre han de primar los intereses institucionales por encima de cualquier nombre, insisto, por más glorioso que sea.
Apenas llegó al Barça Quique Setién expresó su sueño hecho realidad por poder entrenar a Messi y ahí, en ese instante, en el que casi le pide un autógrafo, estalló en mil pedazos su autoridad de técnico. Cuando entró al vestuario, ya Setién iba perdiendo 8 a 0.
En el fútbol, y hay numerosos ejemplos de ayer y de hoy, muchas veces es más importante la autoridad que el propio conocimiento técnico-táctico. Sin ir más lejos, es lo que pasa con Zinedine Zidane, quien para muchos es flojo en dicho aspecto; no obstante, cuando Zidane le pone la mano en el hombro a alguno de sus futbolistas y le pide que salga al campo a ser todo lo bueno que es, se da una magina extraordinaria, una magia que tiene el sello de la convicción.
De forma tal, que las jerarquías en el fútbol han de prevalecer y ningún futbolista ha de estar por encima de los estamentos presidenciales y técnicos. De ahí que Ronald Koeman, el nuevo entrenador, del Barcelona, dio buenas señales: “Quiero trabajar con jugadores que quieran estar aquí”, dijo.
Y en esa declaración iba incluido el propio Messi. Sí, Koeman no pretende limitar un ápice a Messi en la cancha, pero fuera de ella, lo convertirá en uno más. La voz, la autoridad, las decisiones técnicas y de qué jugadores llegarán le corresponden a él. Fin de la etapa del amiguismo, instaurada por el Rey.
Queda claro, entonces, que el Rey Messi será destronado para que baje a tierra y vuelva a sentirse mortal. Eso le hará, sin duda, mejor jugador de lo que ya es, y le devolverá al Barcelona un aire de estabilidad y paz.
*El autor es periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.