(VIERNES 07 DE JULIO 2023-EL JORNAL). Con su frente oceánica y bigote boscoso, durante una tarde, cuando ya no es tarde y la luna perezosa la cama deja, llegó por primera vez por el Caribe nuestro, un hombre bajito de estatura, pero a la vez, gigante y apóstol de todas las épocas, cuya bandera de paz y dignidad selló para siempre la hermandad indisoluble de dos pueblos hermanos.
A pesar de su largo nombre de José Julián Martí Pérez, nacido un 28 de enero de 1853,solía conocerlo antes de sus 40 años simplemente como Martí, dejando a su lado su profesión de abogado experto y destacándose ya como “productor” de flores de donde nacen espinas.
Cultivó desde la llegada a puerto de Limón, tantas rosas blancas como pudo, para sus amigos sinceros que ya le daban su mano franca, como para el cruel que le arrancaba el corazón con que vivía y vive en Costa Rica, en pleno siglo XX1 entre el perfume de los parques y el bullicio de escuelas y calles que llevan su nombre.
Y a decir verdad, después de este primer viaje el 30 de junio de 1893, él tampoco nos olvidó. Volvió alegre como mariposa multicolor un año después, en junio de 1894, a manera de despedida. El 19 de mayo 1895 una bala asesina disparada desde el imperialismo español creyó lo mataría.
“Puro en su palabra y valiente en su acción” Martí quiérase o no vive hasta nuestros días con unción profética, negándose a morir para ejemplo de quienes luchan por el decoro de los pueblos, cumpliendo “con el deber sencilla y naturalmente”.
Costa Rica dio albergue en ese entonces al lugarteniente general del Ejército Liberador de la Antillas Mayor , Antonio Maceo, quien vivía entre nosotros desde 1891 y es fundador de la comunidad de Mansión de Nicoya, Guanacaste. Esto explica los dos viajes del poeta peregrino a localidades como Orotina, Desamparados y Puntarenas.
La realidad es que este ensayista, cronista, periodista, filósofo y libertador de nuestra América nunca nos ha dejado. Después de sesenta décadas de resistencia sostenida contra el injusto e ilegal bloqueo comercial de otro imperialismo, esta vez da sus órdenes en inglés, siguen sin poder distanciar al pueblo tico y cubano, ni podrán cerrarnos las grandes alamedas abiertas hace 130 años.
Por eso, en ocasión de la inauguración del camino abierto desde 1893 por el sembrador de rosas blancas celebraron hace poco en nuestra capital con música, reseñas periodísticas y remembranzas la primeva llegada de ese poeta que se negó a morir.
Durante estas efemérides en que participaron miembros del cuerpo diplomático acreditado en San José, el embajador de Cuba en Costa Rica, Jorge Rodríguez, destacó como la presencia del prócer no pasó inadvertido para la prensa de entonces, según consignó la agencia Prensa Latina.
Se refirió al recordado periodista nacional Pío Víquez que en el periódico El Heraldo del 1 de julio de 1893 dio cuenta sobre la llegada “de un hombre muy notable, escritor y literato distinguido está entre nosotros desde ayer noche”.
Como se recuerda, el autor del libro para niños “Ismaelillo”, “Versos Sencillos” y “Versos Libres”, tuvo entre sus amigos a uno de los principales pensadores ticos, Joaquín García Monge, quien desde su “Repertorio Americano” ayudó a romper con la idea fatalista de que nacimos “aldea” y en la que la élite gobernante quería tenernos, a partir de la independencia de España, en 1821 .Tal vez por eso a García Monge siguen sin darle el lugar ganado.
¡Gracias, hombre de frente oceánica y bigote boscoso,!
Periodista, abogado y notario por la U.C.R