(JUEVES 30 DE MAYO, 2024, EL JORNAL). Costa Rica jugará este viernes 31 de mayo contra Uruguay, en lo que podríamo llamar un partido fanstasma, que solo le interesa a los técnicos y a nadie más.
En esas circunstancias, el juego debió ser a puerta cerrada, porque cobrar por un encuentro así es una tomadura de pelo al aficionado.
El aficionado, al fin y al cabo, es el que siempre termina por pagar los platos rotos. Se acuerdan cuando en pandemia llegaron a cobrar hasta $200 por boleto, aduciendo que tenían que recuperar dinero.
El Uruguay que viene no trae a su técnico estrella Marcelo Bielsa, sino que en su lugar estará Diego Pérez y la única novedad, que para efectos del hincha no cuenta, es que incluyeron a un jugador amateur, al delantero Walter Domínguez.
La convocatoria de Domínguez es propia del Loco Bielsa, capaz de sacarse un conejo de la chistera en cualquier momento.
De modo que aunque haya oferta de 2×1, el partido de mañana debió ser a puerta cerrada o que el aficionado págase una suma simbólica de ¢500.
Son de esos juegos que más vale replantearlos distinto o, insisto, disputarlos sin aficionados, en el entendido de que para el técnico Gustavo Alfaro puede ser importante, aunque si por la víspera se saca el día, el tener que enfrentar a un equipo con solo futbolistas locales uruguayos, ya deja ver la trascendencia que le dan los charrúas.
En fin, queda la sensación que, una vez más, en la Fedefútbol no son muy duchos en el arte que profesan, y el atractivo del partido es nulo desde la óptica del aficionado.
A ver si algún día se hacen las cosas bien en el fútbol costarricense.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
