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El Papa y Paquita la del Barrio

 

ENTRE PARÉNTESIS

New-José Edo
José Eduardo Mora*

 

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 20  DE ENERO, 2014-EL JORNAL). Dos noticias me han conmovido y van desde Paquita la del Barrio al Papa, un hombre que no deja de sorprender al mundo y a los periodistas, y ahora hasta se valió de la metáfora de los conejos para llamar la atención sobre la paternidad irresponsable.

Debo confesar mi ingenuidad absoluta. Siempre pensé que Paquita la del Barrio era producto de la ficción. Es decir, que un humorista, que aún no se animaba a la sátira, por aquello de los yihadistas, había tenido la inspiración divina de crearla, y entonces la había echado al mundo tal cual, con sus corridos y su voz, que, por lo visto, puso de rodillas a media Costa Rica, y lo supe porque el principal periódico del país le dio un despliegue como si en vez de Paquita fuese Mujica u Obama quienes se habían paseado por Palmares.

Informa ese medio que Paquita, que  se robó los corazones de los ticos y se fue a su México natal llena de regocijo, al tiempo que amenazaba con volver, hizo trizas a las almas ticas con Rata de dos patas.

Pensaba, también, con absoluta ingenuidad, que esa canción tampoco existía, pero, ni modo, reconozco lo desinformado que estoy.

Y mientras la prensa costarricense aún no salía  del éxtasis de Paquita, el Papa, en su regreso de su gira por Filipinas, volvió a soltar un titular de esos que parecen de ficción, porque no estamos acostumbrados a un Papa tan comunicativo, elocuente, y yo diría que hasta temerario, aunque uno como periodista desearía toparse todos los días con un Pontífice de su talla.

“Ser católico no implica tener hijos como conejos” fue el titular que surgió de las declaraciones del Papa en pleno vuelo hacia Roma. “Algunos creen, perdonad la expresión, que para ser bueno y católico tenemos que ser como conejos”, agregó el pontífice.

Inesperado, casi ficticio que un Papa se lance a esas aguas turbulentas. Y vengo a escuchar eso tras descubrir que Paquita la del Barrio es de carne y hueso, y soñadora como cualquier mortal. Lo confieso: demasiado para empezar el día.

 

*El autor es Máster en Literatura y director de EL JORNAL.

 

 

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