(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 07 DE JULIO, 2020-EL JORNAL). El ídolo en el fútbol ha muerto. Y su fantasma recorre América y Europa. Ya solo quedan historias de ídolos en el lejano siglo XX. Aquel extraño siglo que parió a figuras como Di Stéfano, Garrincha, Cruyff, Pelé, Bochini y Maradona. Ahora hay profesionales, pero no ídolos.
La idea del ídolo ha sido desterrada por el tsunami de la economía.
A los equipos no les interesa cultivar emblemas. Aquello que hizo Álvaro Grant McDonald de jugar 17 temporadas seguidas con el Herediano, sin nunca cambiar de camiseta, es una salvajada vista la proeza con los ojos de hoy.
Alajuelense acaba de echar de su equipo a su último ídolo. Sí, el verbo echar puede golpear los corazones rojinegros, pero eso es lo que ha sucedido. El propio Jonathan McDonald ha matizado su salida: ‘Me invitaron a salir y me voy porque el fútbol es así’.
En esta línea se puede percibir toda la nostalgia del goleador manudo. Ya líneas antes había advertido de su lealtad a la divisa liguista: ‘Fui volante, jugué en el medio y no lo hubiera pensado en ponerme los guantes’.
En la final ante Saprissa McDonald no brilló. Por el contrario, en el primer juego tuvo una oportunidad inmejorable de anotar y sucumbió ante la ansiedad.
Lo que le ha sucedido a McDonal le ha pasado a cientos de jugadores desde que el fútbol se hizo hiperprofesional. Le pasó a Raúl González y a Iker Casillas en el Real Madrid. Iniesta y Xavi Hernández salieron con una verónica del Camp Nou, pero todos sabemos que detrás de esos contratos vitalicios existían sombras.
En Costa Rica pasó con Randall el Chiqui Brenes, quien salió de Cartaginés por la puerta trasera, como muchos años antes lo había el propio José Rafael Fello Meza, el más grande jugador blanquiazul de todos los tiempos, y considerado con Alejandro Morera Soto el mejor de Costa Rica.
El fútbol romántico, en el que los hinchas recitaban de memoria las proezas de sus ídolos solo existe en la ficción. Ese fútbol solo puede entenderse desde la nostalgia. Y la nostalgia no es un componente menor de la vida. Toda la literatura si no nace en ella, va impregnada de ella por donde quiera que vaya.
Hoy lo que interesa es el dato. La estadística. El click. Se olvida con facilidad que detrás de la estadística hay seres humanos, de carne y hueso, que sueñan y yerran a partes iguales.
Estamos en la era del ocaso de los ídolos. Y que me perdone Friedrich Nietzsche por no resistir la tentación de plagiar su magnífico título.
Por los tiempos fríos que vivimos, a la Liga no le tembló el pulso para sacar a su jugador emblema en los últimos seis años, a pesar de sus contradicciones y sus días sin sol.
Y para confirmar que el balompié de hoy está totalmente marcado por la la ley de la oferta y la demanda, y que el jugador fue convertido en una mercancía, Herediano de inmediato anunció su contratación.
Y es así como la identidad de los equipos se va minando, se va sangrando poco a poco hasta quedar derruida en la nada y entonces el aficionado, el que sufre todos estos embates, ya no sabe bien a qué equipo sigue, porque mira hacia la cancha y los mejores de su club tan solo ayer eran adversarios.
Los ídolos, en definitiva, son cosa del pasado. Hoy en el fútbol se compra y se vende como antaño se hacía en un mercado persa.
*Periodista y escritor. Autor de La Gran Hazaña y Ganar con el corazón. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.