(VIERNES 10 DE JUNIO -2022- EL JORNAL. Por más petrodólares que haya. Por más tecnología que tengan. Por más inversión en relaciones públicas que le hagan, hay algo más que claro: el Mundial de Catar es una pifia de la FIFA.
El hecho de realizar un torneo de esta magnitud en un país en el que el clima es el primer obstáculo, revela que más que democratizar las sedes, detrás de la decisión de la FIFA pravelecieron otros intereses.
Es cierto que para las selecciones el Mundial es necesario y conviene estar en él; sin embargo, el que no se haya podido jugar en el verano como es la costumbre ya casi centenaria, revela la primera alteración.
Una ciudad con temperaturas entre los 45 y 50 grados es imposible de soportar, por más tecnología que tengan los edificios e incluso los estadios.
La afición en Catar vivirá un Mundial atípico, al tiempo que al factor clima se le une el religioso, y como país musulmán que es, hará que se cumplan sus reglas, lo que a su vez será un tremendo obstáculo para los miles de occidentales que se harán presentes.
A parte del dinero, no hay una sola razón válida para que el próximo Mundial se realice en Catar. Se le pueden poner muchos adornos, mucha retórica, mucha modernidad, pero en el fondo la FIFA sabe que falló y aunque pueda significar un gran negocio desde el punto de vista económico, quizá no lo sea en el mediano plazo en el deportivo.
La FIFA también tiene sus sombras. Ya nos lo había contado de manera extraordinaria David Yallop en “Cómo se rebaron la Copa” y el FBI en 2015 detuvo a altos dirigentes de las confederaciones de Europa, Estados Unidos y América Latina.
Así que por la economía del fútbol costarricense, ojalá que la Selección clasifique, pero lo cierto del caso es que se jugará el Mundial en un sitio inadecuado por más millones de millones que haya invertido el Estado catariquí.
Una pifia enorme de la FIFA, aunque jamás lo vaya a aceptar.
