(MARTES 12 DE JULIO, 2022-EL JORNAL). Alajuelense está sumido en un trance amargo, en el que las decisiones, incluso tardías, van y vienen y no parece que el rumbo del equipo se clarifique de cara al Apertura que comenzará el 20 de julio.
Las cosas no son como parecen, reza una antiquísima frase, y hoy cobra una brutal actualidad en la Liga. Cuando llegó el CAR y Marcel Hernández muchos dieron por descontado que los rojinegros se cansarían de ganar títulos y no ha sido así.
La realidad es más compleja de lo que se observa en la superficie y la gestión de un equipo es una tarea ardua y compleja.
Hoy, los manudos tienen un hervidero en su interior: no tienen técnico, se viene una danza de afirmaciones y contrainformaciones en relación con Hernández, así como algunas polémicas internas sin sentido con un exjugador.
El modelo Lleida en Alajuelens ha fracasado. Del paraíso prometido a partir de una revisión de las ligas menores a los títulos hay mucho trecho y estos no han llegado.
La Liga ha vivido más de promesas y de sueños que de triunfos concretos. Prescindir de la identidad de un club, como lo hizo Lleida, al sacar a todos los exjugadores, no ha dado buenos resultados. Está claro que las raíces hay que respetarlas.
A las palabras hay que acompañarlas con acciones y en el balance, la gestión de Lleida, amparada por Josep Josep y Fernando Ocampo deja muchos vacíos y tropiezos.
No solo se trata de “fichajes bomba”, sino más bien de estrategias oportunas y ganadoras.
Los rojinegros tienen un camino empedrado y muchos flancos abiertos, y una gestión que al día de hoy es deficitaria en cuanto al objetivo mayor: ganar campeonatos. Lo demás son versos libres al aire, que nadie recita y a veces ni siquiera entiende.