Ahora, cada vez que un árbitro se equivoca, una voz que surge como de la nada dice: por dicha viene el VAR.
Se tiene la sensación de que el VAR a la tica, o el VARCITO, será la solución a los problemas del arbitraje y eso no es verdad. El gol de Luis Díaz, en fuera de juego clarísimo, no requiere de VAR, si no de una buena apreciación del línea, en este caso Osvaldo Luna, que estaba ahí muy cerca como para no verlo, lo que remite a pensar que el error humano es inherente al arbitraje.
Lo candoroso vino después, cuando Jossimar Arias dijo que el VAR vendrá a ayudar a los equipos pequeños.
Esa fe en la tecnología y en el futuro, habría que inculcarla y enseñarla en escuelas y colegios, excepto por el hecho de que está tan alejada de la realidad que en el mejor de los casos terminaría en quimera, o en un reggaeton de oscuras calidades.
El tercer gol de ayer de Saprissa no requería de VAR, era demasiado claro que esta en posición prohibida, lamentablemente ni el central ni el línea fueron capaces de verlo y dieron por bueno el tanto.
El crear tantas expectativas alrededor de una herramienta –el VAR– que al ser mixta: máquina-humano es una combinación peligrosa, puede ser contraproducente, porque cuando continúe la polémica a dónde van a mirar a los equipos, a quién van a recurrir.
Si el fútbol nacional quiere persistir en su propio engaño, lo que hará es autoflagelarse una vez más, y seguir en un nivel que todavía dista, y mucho, del profesionalismo en toda regla y para todos los clubes.
Hay tantas necesidades por cubrir en el balompié costarricense, que el VAR debería ser la última de todas las inversiones que se requieren para una mejoría, pero aquí nos encanta comenzar la casa por el tejado.
El mito del VAR a la tica es creer que va a mejorar el fútbol nacional: será un ingrediente más del show, nada más.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL