(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 29 DE JULIO, 2020-EL JORNAL). Más allá del coronavirus, los paros, las controversias, los récords siempre en caliente de Cristiano y de Messi, la gran noticia de la temporada es el Atalanta de Bérgamo, dirigido por Gian Pero Gasperini.
A falta de una jornada para que termine la Serie A, el equipo suma 98 goles y aspira a llegar a los cien cuando enfrente en la última fecha al Inter de Milán.
Un conjunto atrevido, con una clarísima vocación ofensiva, como lo es el Atalanta, es un oasis en el desierto en que se ha convertido el fútbol profesional.
Hoy se habla tanto de los sistemas defensivos, de que si es una defensa de cinco, de si es reforzada, de que si se defiende con dos bloques de cuatro y sigue por ahí la retahíla hasta el adormecimiento y la extenuación.
El Atalanta, lo recuerda Gasperini con su proceder, debe volver a sus esencias: es decir, al fútbol que propone, que hace del ataque su estilo de vida, que acepta que se puede ganar 6 a 4, porque si se tiene una gran vocación ofensiva por lógica simple quedarán espacios atrás, pero esa es la ruleta rusa: tomar riesgos.
Duván Zapata y Luis Muriel, dos jóvenes colombianos, son el emblema del equipo en ofensiva, pero no solo ellos, porque esa maravillosa cifra de 98 anotaciones se las reparten entre un total de 15 futbolistas.
Lo anterior es prueba inequívoca de que es un “equipo coral”, como se les llama ahora, pero en realidad ello lo que hace es recordar ese espíritu de los primeros tiempos, en los que el balompié era fiesta, carnaval y un ir y venir entre porterías.
Ya el año pasado Gasperini metió a su club en la ‘Champions’ y lo ha vuelto a hacer otra vez en esta campaña. Lo suyo es de premio. Lo suyo es extraordinario. Y todavía le falta competir en los cuartos contra el PSG por la máxima competición europea.
Solo hay un detalle que no se puede pasar por alto. Si Gasperini dirigiera en el fútbol costarricense, la espectacular temporada quedaría en anécdota, porque no le escogerían como el mejor entrenador, el reconocimiento se lo darían a otro, al campeón, por ejemplo. Esos son los tristes parámetros que emplea la UNAFUT. Así que al ‘míster’ no le convendría, ni en sueños, aparecerse por estos lares de sol y contradicciones. Que siga con su estela goleadora repartiendo alegría e ilusiones en el Viejo Continente.
*Escritor, periodista y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.