(MARTES18 DE OCTUBRE, 2022-EL JORNAL). Alajuelense debe buscar en sus raíces las razones por las cuales solo ha ganado un torneo de 18 posibles. No es una estadística para salir a pasearse por el parque y hablar de fútbol.
Los factores han de ser múltiples y, probablemente, ni la misma dirigencia sepa a ciencia cierta qué ha sucedido en estos nueve años.
Sin embargo, siempre hay pistas. Una de ellas es que el equipo rojinegro quiso borrar de un plumazo a sus líderes históricos. Fuera del banquillo. Fuera de las ligas menores. Permaneced lejos, parecía ser el mensaje que se cumplía a rajatablas.
Lo cierto del caso es que si a la Liga se le comparase con un paciente habitual de la CCSS ya estaría diagnosticado con un mal crónico y requiere muchos cuidados en su diario vivir.
La presentación de los manudos frente a Saprissa en las semifinales fue lamentable. Se puede perder, pero jamás se debe dejar de competir.
La magnífica historia de Alajuelense no lo permite. En medio de las dudas del club, pronto habrá elecciones. Lo importante será que los rojinegros decidan qué modelo de institución quieren seguir. Ahora hay nublados en el horizonte. El CAR, como se ve, no es suficiente para remediar todos los males.
A fin de cuentas, lo que se hace en la cancha marca el camino del resto de las operaciones, sin dejar de lado, ni un instante, que es prudente y aconsejable una sólida planificación.
No dar con la tecla, no obstante, se repite una y otra vez: un mal que requiere un diagnóstico a profunidad, más allá de las luces y los fichajes bomba.
La afición manuda tiene toda la razón de estar al borde: ese escudo merece una defensa con alma, corazón y vida, como reza el bolero.
