ENTRE PARÉNTESIS
(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 02 DE MAYO, 2016-EL JORNAL). Un equipo modesto, con un presupuesto infinitamente menor que el Manchester City, Manchester United, y el Chalsea se ha proclamado por primera vez campeón de Inglaterra: la historia detrás de este triunfo es magnífica y se resume en la sabiduría del entrenador italiano Claudio Rainieri para hacer de una partida de perdedores, un grupo ganador que ilumina al mundo del deporte con su triunfo.
La victoria del Leicester, tras 134 años de existencia, en la principal liga inglesa, ha de llamar a la reflexión, porque el sentido no está en “comprar” jugadores por su nombre, sino en adquirirlos por el rendimiento que puedan dar en cada puesto.
En un momento de la extraordinaria película “Moneyball”, basada en la historia de los Atléticos de Oakland, que en la temporada 2002 ganaron 20 juegos seguidos en la Liga Americana, un asistente le dice al “manager”: “hay una epidemia en las grandes ligas, compran jugadores, cuando lo que deberían de comprar son carreras”.
La diferencia es sutil, pero demoledora. Y esa visión fue la que aplicó el Leicester para la temporada 2015-2016: fichó a jugadores muy buenos, pero descartados.
Así resucitó a Jamie Vardy, que jugaba en cuarta división; al francés Kanté, desechado y perdido en una liga aficionada, a Dreamwater, descartado tiempo atrás por el Manchester United; y al propio Rainieri, que en 2014 había sido despedido de Grecia por haber pedido con Islas Feroe.
El título del Leicester merece estudiarse en el fútbol costarricense y debería, mientras llega la película que se hará de la mayor hazaña de este club, analizarse en colegios y universidades.
Es cierto que es una versión moderna de David contra Goliat, pero es tan extraordinaria, que merece una atención especial. El Leicester hace historia: una historia magnífica y surrealista. El Leicester le enseña al mundo a soñar