(JUEVES 13 DE ENERO 2023-EL JORNAL). Mañana comienza el campeonato nacional y es urgente mejorar la intensidad y la calidad de nuestro fútbol, si se quiere tener un acercamiento con lo que se juega en el primer nivel del mundo.
No podemos seguir teniendo partidos que a la media hora dan ganas de irse del estadio, porque se juega poco, porque cuesta ver dos o tres pases consecutivos y que hagan avanzar a los equipos.
Seis presencias mundialistas, pese a que la última nos dejó en el ridículo, deberían de obligar de forma tácita a practicar un mejor fútbol.
Y cuando digo mejor es darle más apertura a la creatividad, que los ‘dribladores’ lo hagan, que quienes rematan bien de media distancia se animen, que se asuman verdaderos riesgos en pos de la victoria, y no juegos en los que desde la primera jugada se advierte de que los contendientes van por el empate.
Está más que claro que el balompié casero, a como se desarrolla, está lejos de lo que pide el ámbito internacional. De eso no hay duda. Y de lo que tampoco hay duda es que en el país hay talento, calidad y un ADN que hace que nuestros jugadores sean distintos, y aunque tengan menos recursos materiales que los mexicanos, chilenos, hondureños, guatemaltecos, aquí la calidad viene casi por herencia.
Alguna vez nos llamaron los argentinos de Centroamérica, por esa forma de jugar que privilegiaba el toque y la creación por encima del mecanisismo.
Hay que volver a ello, con la incorporación de esa intensidad de que la que han hablado varios técnicos, preocupados por las distancias que hay entre lo nuestro y lo que se juega en las grandes vitrinas del fútbol.
El desafío está ahí: mejorar ostensiblemente la calidad de los juegos, de manera que entusiasme a las aficiones por encima del cálculo. Se puede lograr, pero se requiere un aporte de cada uno de los clubes de la Primera División.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FxD y EL JORNAL