ENTRE PARÉNTESIS
(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 27 DE JUNIO, 2014-EL JORNAL). La dentellada de Luis Suárez a Giorgio Chiellini es indefendible desde cualquier punto de vista y habría que recurrir a los próceres romanos para intentar armar un discurso en su favor, no obstante, condenarlo, como ha hecho la FIFA, como si fuera un caníbal o un Drácula extraviado en un campo de juego, es, también, ir más allá de lo que indica el sentido de la justicia.
Y en medio de ese aluvión mediático en que se han convertido las redes sociales, sobresalen posiciones inteligentes como la de Víctor Hugo Morales, el narrador mítico del gol de Maradona en México 86, quien ha dicho que es desproporcionada la sanción de nueve partidos y la prohibición total de estar en un estadio de fútbol profesional.
Y Morales razonaba que, si bien es raro que alguien muerda en un partido hay codazos, planchetas, tibias y peroné despedazadas, insultos, etc., etc., y que, por lo tanto, el castigo debió ser acorde con la realidad.
Y ha sido el propio Chiellini quien ha salido en defensa de su verdugo para afirmar, también, que a la FIFA se le fue la mano en su veredicto.
Frente a tanta y tanta palabra desperdigada en noticias serias y comentarios al calor de la situación, se ha olvidado al Luis Suárez humano, no al que se transforma en Drácula o Hannibal, sino el que es capaz de salir al balcón de su casa en Montevideo con sus dos hijos, a los que aún no se ha comido, como algunos sospechan que hará en la cercanía del tiempo, y saludar a aquellos hinchas que llegaron a darle su apoyo en estas horas grises.
Esos uruguayos que se instalaron frente a su casa no olvidan que hace tan solo unos días jugó renco, con una operación de menisco sin sanar del todo, y que así fue capaz de vencer a los ingleses.
Por eso desde el Presidente Mujica, que recordó el uso de las agujas antaño para mortificar al rival, hasta Maradona, que salió con su “Luisito, estamos con vos”, a su mejor estilo, al estilo del Maradona que se moja, que se lanza al agua y que nunca será directivo de la FIFA, como sí podría serlo Ronaldo, ahora diplomático y de ejemplar discurso.
Ese gran caníbal que hoy es Luis Suárez es, desde hace 27 años, humano, de carne y hueso, pero es un niño que a veces olvida que ya no está en los campos de Montevideo, donde era válido pelear con dentelladas para sobrevivir en medio de la incertidumbre y la guerra que es la vida.
El autor es director de EL JORNAL y Máster en Literatura.