(MARTES 17 DE ENERO 2023-EL JORNAL). Una vez más, el modernísimo VAR volvió a fallar. Esta vez fue, ayer lunes, en el juego Cádiz-Elche, en el que no se pitó un fuera de juego del tamaño de una catedral, lo que permitió el empate de los visitantes.
En el partido Manchester United-Manchester City, los diablos rojos ganaron 2 a 1, pero en su primer gol hubo un fallo enorme, al no pitarse un fuera de juego de Radshford.
Son ya muchas las excusas que buscan los defensores del VAR para justificar su existencia, pero la verdad es que el fútbol con solo los árbitros de campo era mejor, no había parones de media hora y el error tenía una dimensión humana.
Con el VAR el fútbol perdió esa mística de los narradores, que se dejaban el alma cantando un gol. Hoy no, hoy tienen que esperar a ver qué decide el VAR.
Mientras a veces se pitan fueras de juego milimétricos, en otras oportunidades se cometen fallos tremendos, mientras la promesa de un fútbol mejor y más justo explota en el aire.
No siempre la tecnología hace mejor al ser humano. Los teléfonos inteligentes son una gran herramienta, pero desde que existen masivamente se piensa menos y peor.
La tecnología del gol y el fuera de juego semiautomático se perfilan como las dos herramientas que perdurarán a costa de un VAR incapaz de corresponder con las muchas promesas que trajo.
No hablo del fútbol en blanco y negro, no, hablo del fútbol a todo color, y ese era mucho mejor: sin ese ornitorrinco llamado VAR.