(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 27 DE MAYO, 2017-EL JORNAL). El error se ha transmitido ya por siglos. Se cree que el fútbol, el deporte más popular del mundo, se juega con los pies. Entonces, muchos, intuyeron que era un espacio para los brutos, para los gladiadores, cuando es un lugar para los Picasso, los Miguel Ángel, para los Goya, para los Tiziano, para los Manet, para los Monet y para los Vangoh.
El fútbol, que algo debió beber de la sabiduría maya, se juega ante todo con la cabeza, con la inteligencia y los pies son solo el instrumento con que se materializa la genialidad imaginada milésimas de segundos antes.
El fútbol es para los pianistas de la cancha. Los gladiadores son solo fantoches para que aquellos puedan dar la función.
Hay muchos ejemplos para constatarlo: Pelé, Maradona, Cruyff, Bekenbauer, Garrincha, Messi, Ronaldihno, Ronaldo, Bochini y para citar a solo uno de los nuestro Juan Arnoldo Cayasso.
El que más recientemente remarca la importancia de que el fútbol se juegue con la cabeza es Paulo Dybala, este delantero de la Juventus que muy pronto perdió a su padre, y ante la soledad y el desafío dio muestras de inteligencia, la misma con la que ha hecho maravillas en las gramillas de los estadios italianos.
En una entrevista publicada en Italia y recogida por El País, hace alarde de agudeza, de humanismo y de sensibilidad. ¿Cómo es posible otorgarle este atributo a un futbolista, y para colmo tan joven?, Pues sí, Dybala deja transparentar que sabe más de la vida que cualquiera que le supere sus 24 años de edad.
Para ello ha pasado por el tamiz del dolor y no olvida sus inicios en el Instituto de Córdoba ni elucubra con ser Messi ni Maradona, no, solo quiere ser Dybala, el mismo que lamenta no poder rendir pleitesía con sus triunfos a su padre, muerto cuando él era adolescente.
Dybala es una constatación inequívoca de que el fútbol, ahora y siempre, es un deporte que no se juega con los pies, sino ante todo y sobre todo con inteligencia.
Bravo por Dybala. Bravo por el fútbol, que con ídolos de este calibre tiene un futuro inmejorable: ponga atención y descubrirá que Dybala y los de su tributo no juegan al fútbol con los pies.
*José Eduardo Mora es director de EL JORNAL, autor de La Gran Hazaña y Máster en Literatura.