(LUNES 03 DE JULIO 2023-EL JORNAL). Es extraño, muy extraño, que cuando de competencias internacionales se trata, el fútbol de Costa Rica va de tropiezo en tropiezo.
No importa si es la Selección Sub 20, la Sub 23, la Sub 15, la mayor o la femenina: en todas las noticias destacan una derrota, una nueva caída, un partido pésimo, un mar de dudas. Todo falla y ese fallo se repite como una mantra sin césar. Y con cada nuevo partido se apela a la motivación. Esta vez sí, quizá hoy sea el día, si los muchachos juegan motivados, con ganas, con actitud, ganaremos al fin.
Es un círculo vicioso que da pena. En la Federación Costarricense de Fútbol deberían pedirle al Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) que les den un curso básico de cómo se construye un inmueble, sea una casa, un edificio o un estadio.
Si en ese curso básico les indican que deben comenzar las estructuras de arriba hacia abajo, la Federación habrá descubierto que creó un método novedoso e irrepetible y, sobre todo, que desafía a la gravedad.
En cambio, si les indican que lo ideal es construir con bases sólidas y que ladrillo a ladrillo la edificación debe fortalecerse, para dar garantías y seguridad, en especial en un país como Costa Rica con una alta dosis de sismicidad, tendrán que caer en la cuenta que ahí en la Federación empiezan las casas por el tejado y no como debe de ser.
Las constantes derrotas y malas presentaciones del fútbol de Costa Rica fuera de sus fronteras lo que indican es una cosa: los gestores de nuestro fútbol no tienen ni idea de lo que hacen. Y mientras tanto, los equipos caribeños mejoran, a paso lento, pero mejoran, así como otros del área, como Guatemala.
El fútbol nacional es un extraño caso, un verdadero ornitorrinco, porque los dirigentes prometen victorias, mejoras y un estado paradisiaco, al tiempo que nuestras selecciones se desmoronan cada vez que pueden y ante rivales no siempre calificados.
Es la triste realidad de nuestro extraño e incomprensible fútbol.
