(VIERNES 28 DE JULIO 2023-EL JORNAL). La alerta la dio el periodista Luis Rojas, quien, como todo reportero, nunca deja de serlo, aunque ya esté retirado de las redacciones, y lo hizo al referirse al “fenómeno Campell”, como tituló el periódico La Nación una de sus informaciones.
La observación me pareció pertinente, porque yo todavía ni lo he percibido ni sé si existe ese tal “fenómeno Campell”, que alude al regreso de Joel Campbel al fútbol costarricense luego de su larga estancia en el extranjero, pero es la ocasión propicia para llamar la atención sobre el uso del lenguaje en la prensa deportiva costarricense.
Hoy, existe un descuido mayor en este aspecto. Y “pareciera que el desprecio por el lenguaje es incluso una seña de identidad. No importa que se confunda un “sí” afirmativo con un “si” condicional. No interesa que un periodista se pase durante toda una transmisión repitiendo “hace unos minutos atrás” y que nadie en Futtv sea capaz de decirle que ya tiene a los televidentes hasta la coronilla con esa redundancia innecesaria.
No importa, tampoco, que se diga “redondancia” en lugar de redundancia, porque el cuidado del idioma no nos corresponde a los periodistas, parece que piensan algunos colegas.
Hay un déficit brutal en este campo en la prensa deportiva costarricense –no incluyo al resto de colegas de otras áreas, pero me temo que el panorama no cambia mucho— y con ello se olvida que para poder analizar la realidad, cualquiera que sea, se requiere de un acervo cultural y de un lenguaje sólido, de modo que podamos recurrir a ese diccionario mental en el momento menos esperado.
De modo tal, que “el fenómeno Campbell” debería ser el incentivo para realizar un congreso, en el que se analice por qué se dan este tipo de hipérboles sin sensentido y que descontextualizan la información que se transmite.
Y ello debería servir para reflexionar quiénes son los que le dan clases a los jóvenes periodistas y qué les están enseñando, y aquí don Luis tendría mucho que decir por su experiencia como profesor, porque tengo la impresión de que hoy la prensa deportiva nacional es más pobre, más limitada y tiende cada vez más a un uso del lenguaje sin ton ni son, como si aquel fuese una herramienta de tercera categoría.