(VIERNES 23 DE FEBRERO-2024-EL JORNAL). ¿Se va del fútbol de Costa Rica el Horacio Elizondo de carne y hueso o se marcha el fantasma que por cinco meses encabezó la Comisión de Arbitraje?
La Federación Costarricense de Fútbol, liderada por Osael Maroto, quien ha demostrado que del negocio del fútbol conoce poco, pensó que Elizondo podía erigirse en el mesías y salvador del arbitraje y terminó en lo que se presuponía, como lo denuncié tantas veces en PUNTO FINAL.
A una estructura corroída durante 30 años no la puede cambiar una sola persona, ni si fuera una mezcla de Supermán, y de Batman y Robin.
El ‘storytelling’ de la Fedefútbol, una vez más en este cortísimo período de Maroto y los principales presidentes de la Primera División, falló porque en la vida real los milagros ocurren cada mil años.
La gran promesa con la que vino Elizondo era el VAR, pero ya dijimos que el VAR no vendrá a solucionar nada. Lo que traerá es más polémica y desconcierto.
El arbitraje, como las ligas menores del país y el fútbol en general, se mejora con un trabajo planificado, con capacitación acorde con las necesidades, tanto para los árbitros como para sus instructores, y con una alta dosis de paciencia, porque los cambios no son automáticos.
El traer un ‘figurón’ como Elizondo podía dejar algunos titulares, una alta erogación y 15 segundos de fama para el Comité Director, pero querer arreglar una estructura de una casa comenzando por el techo era un craso error, pero en la Federación empiezan a padecer de cierta sordera.
Con el técnico de la Selección mayor se ha advertido algo similar, pero claro, había que descartar a los de casa para impresionar al planeta fútbol.
Lo de Horacio Elizondo tiene que ser una lección para Maroto y compañía, o este período será peor que el anterior de Rodolfo Villalobos, y ya eso es decir mucho.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
