(VIERNES 09 DE SEPTIEMBRE, 2022-EL JORNAL). Desde Bryan Ruiz hasta algunos comunicadores lamentan la salida de Agustín Lleida y auguran que los futuros triunfos de la Liga se le deberán atribuir al español.
Es una especie de Lleida dependencia y endiosamiento de un gerente deportivo que dispuso de todo el dinero que necesitó para desarrollar los principales proyectos.
Con dinero y ápice de conocimiento, cualquiera es rey, así que ponerle más medallas de las que merece el señor Lleida, es ocioso e innecesario.
Lleida cometió un error apenas llegó a Alajuelense: se deshizo de los jugadores históricos que ocupaban algunos puestos en ligas menores, basado en el argumento de que no estaban al día en sus conocimientos. De ahí salieron Pablo Izaguirre, Mauricio Montero, Josep Miso y Cristian Oviedo, entre otros, y eso ya marcó una tendencia a desligarse de la historia del club.
Y luego vino la etapa de los “fichajes bomba”, con lo que pueden significar estos términos, que de la noche a la mañana se trastocan en un búmeran.
Se le atribuye el CAR a Lleida como su obra magna. El CAR no debe mirarse como solo ese centro de entrenamiento, lo revelante es qué se hace con él para convertirlo en un verdadero semillero de futbolistas.
De nuevo, y es mi insistencia, en el ámbito del fútbol falta pensamiento, profundidad y mayor rigurosidad a la hora de analizar los aportes de uno u otro actor.
Me parece que Lleida apenas cumplió e ir más lejos es caer en el elogio fácil y en el aplauso innecesario.
