(MIÉRCOLES 12 DE OCUTBRE, 2022-EL JORNAL). Ese hombre en apariencia hosco y con cara de pocos amigos se llama Antonio Rüdiger. Cuando Neymar dijo que le inspiraba miedo, rápido le preguntó por un medio de comunicación el por qué decía semejenta afirmación.
Va a cada jugada al límite, la de ayer frente a portero del Shakhtar Donetsk, Anatoli Trubin,fue una más y es que Rüdiger no puede ir de otra manera por la vida. Su infancia y adolescencia fueron convulsas. Hijo de padres provenientes de Sierra Leona no encajaba en el mundo alemán. Fueron de un lugar a otro, hasta que a los 18 años el Sttugart le dio la oportunidad de su vida y debutó en la Bundesliga.
Siempre tuvo una espina en el corazón y en enero de 2022, en un parón de la Premier League, se fue en busca de sus orígenes, a compartir con gente humilde de su tierra. En una de las fotografías, impactante, por demás, se ve rodeado de un grupo de personas con discapacidad y él en el centro, orgulloso, de conectar con la tierra que le heredó esos genes invencibles en el terreno de juego.
Cuando llegó a Madrid, una noche le sonó el timbre de su casa para su sorpresa. ¿Quién podría visitarle si no conocía a nadie? Era un tal Carlo Ancelotti, que se autoinvitó para compartir con su nuevo defensa y su familia. Rüdiger, lo contó después, estaba encantado.
En los entrenamientos no concede nada. Va siempre al límite. Sabe lo que le ha costado la vida y por eso en cada lance se juega siempre el cien por ciento de cada acción. Lo de ayer con Trubin, que terminó con una herida de 20 puntos, y el gol que clasificó al Real Madrid a octavos de la Champions, es una muestra de lo que es este futbolista, un ejemplo para quien quiera doblegar a la realidad a pesar de las circunstancias.