(MARTES 22 DE AGOSTO-EL JORNAL). La renuncia de Cristian Gamboa a la Selección Nacional se asocia con el efecto Osael Maroto, quien se dice anunció que si un jugador es convocado y no acepta, esa información se haría pública, sin andar con consideraciones, como ha sucedido hasta ahora.
Sí es así. Ya el nuevo Comité Ejecutivo, que aún no asume funciones, se anota su primer punto, en un ambiente en el que la credibilidad alrededor de la Selección está casi por los suelos.
Exigir compromiso y claridad a los futbolistas es lo menos que puede hacer la dirigencia de la Federación de Fútbol, dado que es el jugador el que debe de estar al servicio de la Tricolor y no viceversa, como ha ocurrido en algunos casos en los últimos ocho años.
La Selección se ha de respetar y debe ser, de verdad, un orgullo y un privilegio para cualquier convocado, haya jugado en el Real Madrid o en el Real Estelí.
La Selección Nacional de un país es la cumbre para ese futbolista en cuanto a representación se refiere, por lo tanto, a ella se ha de ir con toda la disposición.
Bien por Osael Maroto si su mensaje ya empieza a calar. Eso sí: que el trato se igual para todos los posibles candidatos a ser seleccionados, no nos vayamos a topar mañana con alguna sorpresa de que a X o Y jugador le dieron un trato preferencial.
Si se sientan las bases del compromiso, la seriedad en la conducción y el anhelo de mejorar, Costa Rica volverá a tener una Selección de la que se pueda sentir orgullosa y bien representada.
Es la hora de volver a levantar vuelo, luego del último período al mando de Luis Fernando Suárez, pleno de contradicciones.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL