(MIÉRCOLES 03 DE ABRIL-2024-EL JORNAL). Lo ha dicho el presidente del Cartaginés, Leonardo Vargas, esta mañana a Radio Columbia: “Su permanencia perjudica al club”. Esta es, como se observa, solo una cara de la moneda, pero válida como también es la del delantero, que en redes sociales ha expresado su amor eterno al equipo blanquiazul. Cara y cruz.
El fondo del asunto es el que me interesa compartir y comentar con ustedes, estimados lectores, y es que en el fútbol y en la vida, no se puede ir de emocialidad en emocionalidad y el regreso de Hernández al Cartaginés fue eso.
El presidente Vargas le hizo un súper contrato sin tomar en consideración elementos estrictamente deportivos. Sí, Hernández hacía muchos goles, pero había que preguntarse contra quién y en qué momentos.
Sí, es muy bueno, pero no le alcanzó para salir ni siquiera a la MLS. ¿Por qué será? De nuevo, el fútbol debe responder a una dirección estratégica y no a situaciones del momento, que cuando se aclaran los nublados del día permiten ver elementos que hasta hacía unas horas no se consideraban.
Y la acusación de Vargas contra Hernández es grave: “Trata de imponerse sobre los técnicos y eso es muy delicado”.
Ningún jugador puede estar por encima de una institución. Es una lección que no han aprendido en el equipo blanquiazul y hoy están sufriendo esa falta de claridad.
Si se hace un balance riguroso, Hernández ha sido un mal negocio para el cuadro de la Vieja Metrópoli, pero el gran responsable de que el futbolista quisiera ir más allá de sus límites, es el propio Vargas.
Una estructura deportiva lo primero que recomendaría es la salida de Hernández, pero como no existe en el club, hoy saltan a la palestra las muchas contradicciones, que prevalecen y hunden al Cartaginés.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL