(MIÉRCOLES 05 DE JULIO 2023-EL JORNAL). Costa Rica cumplió con ganarle a Martinica, pero no puede embriagarse de éxito ante un rival que todavía exhibe un rosario de ingenuidades impropias en el fútbol profesional.
Nada ha cambiado en la realidad de la Selección Nacional, que hasta ahora no ha mostrado mayores avances en dos años en la etapa de Luis Fernando Suárez.
Aparte de los goles, Costa Rica, por momentos, se acordó de que el fútbol se juega con un balón y que quien lo posee dicta las reglas de cómo se desenvuelve el encuentro.
Más allá de los dos factores apuntados, nada, absolutamente nada, ha cambiado en la Tricolor, cuyo verdadero examen lo tendrá el próximo sábado en Texas, contra México, por los cuartos de final de la Copa Oro.
Con un adversario más sólido en defensa y que de seguro querrá pelearle el dominio de la pelota, veremos el comportamiento de un equipo al que se le ha acusado, en cancha, de que no refleja suficiente trabajo y por eso la falta de automatismos.
De ahí que las críticas que se le han realizado a la Selección, cuya dificultad para saber a qué juega es una mantra diaria, permanecen inalteradas y ningún sector ha exagerado, como lo dio a entender el defensor Francisco Calvo.
A Calvo deberían recordarl que al fútbol solo se juega de dos maneras: bien y mal, y que en los dos años de Suárez, por lo general, la Selección ha jugado mal.
No es tiempo ni para eufemismos, ni para espejismos. Vencer a Martinica era una obligación, dado que, como todos los equipos del Caribe, la inconstancia de la selección dirigida por Marc Collat es más que evidente.
No es tiempo para lanzar campanas al vuelo. Mesura, mesura, mucha mesura, se requiere de mucha mesura y poca revancha. !Ahh, cuidado con los espejismos!