(JUEVES 19 DE SEPTIEMBRE, 2024-EL JORNAL). Ahora que vivimos tiempos orwellianos donde todo se graba y todo se ve, los entrenadores deben saber que una vez que finalizó el encuentro, las cámaras siguen encendidas y que cualquier acto les puede pillar en una acción indebida.
El caso más reciente, pero no el único, fue ayer el de Luis Marín, técnico de San Carlos, quien al salir del encuentro, ya camino al camerino, le pegó una patada a una barrera metálica. Se entiende la frustración, porque luego de levantar un 0-2, terminar perdiendo por una jugada infantil de Daniel Díaz, al tomar a Kedall Waston en el saque de esquina, sacaría a cualquiera de las casillas.
Lo malo es que esa situación en particular ya tiene miles de visualizaciones, lo cual daña la imagen de Marín y de San Carlos, y en realidad resulta innecesaria, si se toma en consideración que vivimos tiempos no solo orwellianos de aquel Gran Hermano, sino los tiempos, para estar a la moda, del EXTRA-VAR.
No solo ya hay VAR los 90 minutos, sino que después continúan examinándose las acciones de forma milimétrica y esa rabieta de Marín le empañó el gran trabajo que hizo su equipo en cancha, pese a perder.
Los cuerpos técnicos deben de tener presente que hoy todo pasa por la lente de las cámaras y que ante esa situación hay que medir mucho más los comportamientos, los gestos, las acciones, para no caer en trampas innecesarias.
No sería extraño que a Marín le multen por dicha acción. La UNAFUT en este tipo de cosas, contrario a lo que sucede con otras, es muy diligente.
Y lo hecho por Marín puede aplicar para cualquier otro, pero hay que considerar que el fútbol lo ven también los niños y ya sabemos que nada es más poderoso que un ejemplo: bueno o malo.
Cuidado, por favor, con el EXTRA-VAR.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
