(VIERNES 21 DE OCTUBRE, 2022-EL JORNAL). Cristiano Ronaldo vive horas bajas. Apartado del Manchester United y con un aporte disminuido, el ídolo se tambalea de manera innecesaria.
Su currículum vitae es perfecto. Nadie que mire sus números podría creer lo que vive hoy el delantero portugués.
En la temporadas 21-22, que no fue una de las mejores, ya con el Manchester United, marcó 24 goles en 37 partidos disputados. Un promedio de 0.65 goles por juego.
Cristiano es una leyenda viva del fútbol y el técnico Erik ten Hag le ha irrespetado. Ponerlo a calentar para incluirlo al minuto 89 o, peor aún, no optar por su cambio y devolverlo al banquillo, es desconocer la calidad de futbolista que está al frente.
Hay, eso sí, un error de Cristiano: la ambición le ha podido. Se quiso ir a la Juventus cuando tenía todo en el Real Madrid. Ahí, en la Casa Blanca, hubiera cerrado su carrera de manera esplendorosa, y a pesar de que sus números son impecables, hay recorridos que ya no puede hacer, y en el absurdo del fútbol de hoy, los entrenadores prefieren a los correlones que a los cracks.
(Para quien quiera saber sobre la belleza y la inteligencia del balompié, que se opone a esta tendencia de las mediciones y los maratonistas, que lea La intimidad del fútbol, de Ángel Cappa).
Ese afán de no parar, de sumar récords, es el único pecado de Cristiano, que hoy está penando en el purgatorio de Manchester, que lo podría lanzar al mismísimo infierno.
Inneccesario desde todo punto de vista: un crack tiene que irse por la puerta ancha y Cristiano está en la cima con los grandes de la historia del fútbol.