(LUNES, 04 DE NOVIEMBRE, 2024-EL JORNAL). El fútbol de Costa Rica podría alcanzar el título mundial en el cortoplacismo. Somos número uno en este apartado. Somos, en síntesis, una verdadera potencia en el cortoplacismo. Ya Alajuelense no sirve para nada y fue destronada de todo, aunque en realidad este equipo, antes del clásico, no había ganado nada.
La sensación tras el 3 a 0 meritorio de Saprissa, es que nada de lo que hicieron los manudos vale y que todos los problemas de los morados se solucionaron. El clásico da para esas hipérboles y es parte del folclorismo que define al balompié, pero en el fondo no se sostienen con datos de la realidad.
Es solo cuestión de mirar la tabla de posiciones, porque pese al valioso triunfo de los tibaseños, no amanecieron hoy en zona de clasificación, aunque hay que hacer la salvedad que tienen un partido menos que otros equipos.
Tanto en la Liga como en Saprissa tienen que ser más ancho de miras. Ver más al mediano plazo sin descuidar, desde luego, el presente, pero no se puede vivir solo en el ahora, esa es una trampa astuta en que los libros de autoayuda meten a miles de personas.
La planificación de los equipos debe responder a otros parámetros. Un partido, para ningún club, define la temporada.
Si se pensase así, no habría numerosos despidos de entrenadores. Al cortoplacismo hay que arrinconarlo. La patria, la vida y el fútbol requieren una visión más integral. La naturaleza es un ejemplo claro de ello: un árbol, una especie, no evolucionan de la noche a la mañana. Esa misma receta es válida para el balompié, que tantas pasiones nos despierta, al punto de pensar que perder o ganar un partido nos puede cambiar la vida, y eso es solo una bella e insustancial ilusión.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
