(MARTES 06 DE AGOSTO, 2024- EL JORNAL). La transformación digital, a pesar de su relevancia creciente, carece de una definición universalmente aceptada, lo que ha generado múltiples interpretaciones del término. Esta diversidad de definiciones dificulta la comprensión y aplicación efectiva del concepto tanto para individuos como para organizaciones. No obstante, la transformación digital sigue impactando profundamente en diversos aspectos de la sociedad y el ámbito empresarial.
Originado en la década de 1990 y consolidado en los años 2000, el término «transformación digital» ha evolucionado más allá de la simple digitalización. Con el rápido avance de la tecnología, este concepto ha facilitado la adopción de estrategias ágiles que permiten a las organizaciones adaptarse a cambios dinámicos en sus procesos. La transformación digital implica una remodelación integral de las propuestas de valor y las operaciones empresariales, mejorando la colaboración y eficiencia.
Este proceso se enfoca en cuatro áreas clave: personas, procesos, tecnología y datos. Busca cambiar la estructura y el modelo de negocio para servir de manera eficiente a los clientes actuales y alcanzar nuevos mercados. Los pilares fundamentales de la transformación digital incluyen una mentalidad innovadora, prácticas modernas y la adecuada asignación de recursos. Va más allá de la mera adopción de herramientas digitales, implicando una reestructuración completa de procesos, cultura y estrategia empresarial para fomentar la innovación y mantener una ventaja competitiva.
Para comprender plenamente la transformación digital, es esencial considerar su complejidad económica, tecnológica, social y cultural. Diversos autores han propuesto enfoques para abordar esta complejidad. Por ejemplo, Kaya y Bozbura enfatizan un enfoque holístico que destaca la importancia de la cultura organizacional. Semrau y Zaczyk, por su parte, presentan un modelo centrado en la gestión de la resistencia al cambio, destacando la importancia de abordar la resistencia interna dentro de las organizaciones.
Estudios realizados en Indonesia revelan que la inercia organizacional puede impactar indirectamente las competencias empresariales a través de las capacidades digitales. Utomo, Maulida y Musa destacan que, aunque la inercia no afecta directamente la transformación digital, las capacidades digitales sí lo hacen, influyendo en última instancia en las competencias de las empresas.
Existe una necesidad apremiante de cerrar la brecha entre la teoría académica y la práctica empresarial en lo que respecta a la transformación digital. Además, es crucial desarrollar una definición más clara y profunda del concepto, así como entender su alcance para facilitar una implementación exitosa. La transformación digital requiere una orientación estratégica a largo plazo, adaptándose continuamente a nuevas tecnologías y tendencias emergentes.
La evolución continua de la transformación digital está impulsada por tecnologías como la inteligencia artificial, el Internet de las Cosas (IoT), big data, servicios en la nube, blockchain y redes sociales, entre otras. Estas tecnologías emergentes requieren un esfuerzo constante de actualización y reevaluación del término «transformación digital» y sus implicaciones organizacionales.
En definitiva, la transformación digital es un proceso complejo y multifacético que trasciende la simple adopción de tecnologías digitales. Implica una reestructuración integral de la organización para mejorar la eficiencia, fomentar la innovación y mantener una ventaja competitiva en un entorno empresarial en constante cambio. La comprensión profunda y la implementación estratégica de la transformación digital son esenciales para que las empresas prosperen en la era digital.
Es increíble cómo la transformación digital avanza tan rápidamente y la importancia que tiene para las personas el poder aprender, también nos ayuda avanzar. Poder tener la capacidad de aprender y avanzar con la tecnología.