Rafael A. Ugalde Quirós*
(SAN JOSÉ, 16 DE ABRIL DE 2013). Las elecciones presidenciales del 14 de abril en Venezuela mostraron dos países antagónicos por el pasado y un futuro que el mandatario electo Nicolás Maduro prometió profundizar en los próximos seis años .
Electo por poco más del 51,66%, Maduro dijo que su próximo gobierno estará marcado por la búsqueda de mejores salarios para los trabajadores, el combate de la delincuencia y sobre todo por la profundización del nuevo socialismo, cuyos postulados bolivarianos se encuentran en la solidaridad, el cristianismo, la paz y la unidad latinoamericana y el caribe.
Enrique Capriles, tras conocer los resultados electorales, se negó a aceptar el fallo, exigió, en un desespero entendible, el conteo de papeleta por papeleta, y reconoció que su futuro político estará al lado de la inversión privada y la utilización de recursos petroleros a necesidades domésticas.
Dos conceptos de clase social. Dos preceptos distintos del principio de solidaridad y dos maneras distintas de entender la política. Maduro, como candidato ganador, aunque fuere por un voto, tiene en ciernes un liderazgo que desarrollar, a fin de convencer a unos 800 mil seguidores que esta vez no votaron por él.
Dos liderazgos distintos si se compara con el padre del proceso bolivariano en Venezuela. Maduro es hecho en las calles como dirigente sindical, viene de una clase que en la Venezuela anterior vale poco más de menos, es frío, tiene un especial tacto con las masas; Chavez fue la típica estampa del hombre de los llanos: extrovertido,” baila, canta, llora”, como diría Pedro Elías Gutierrez (1914) en su canción folclórica venezolana “Alma Llanera”
No por eso es más o menos líder que Chávez o Capriles.
El primero, recordemos se consolida como tal, luego de que la derecha le da un golpe de Estado y el pueblo lo devuelve como presidente depuesto al palacio Miraflores con todos los laureles de los inmortales; en tanto Capriles ya lleva dos campañas presidenciales y esta era su oportunidad de oro para derrotar a un candidato novato en estas lides y revertir así el proceso revolucionario en la patria de Bolívar.
LAS ENCUESTADORAS VOTAN
Las estrategias de las empresas encuestadora venezolanas rindieron los mismos resultados que una vez lograron en Costa Rica con un candidato presidencial que lo colocaban ocho puntos arriba de su principal contendor. En aquella oportunidad los seguidores del candidato adelante en las encuestas consideraron que no había necesidad de “ trabajar” los votos, mientras quienes se decían perdían los comicios movieron cielo y tierra para pelear casa por casa el sufragio. El resultado todos lo conocen. Quienes perdían ganaron y quienes ganaban perdieron.
A Maduro las encuestadoras venezolanas le daban 15 puntos de ventaja sobre Capriles a pocos días de los comicios Escrutados el 52% de los votos la ventaja de redujo a poco más de un 1,66% , no por ese estrecho porcentaje deja de ser una victoria que está lejos de un derrota como quieren hacer verlas la derecha más recalcitrante de acá y de allá.
Tampoco logró superarse el 80.6 % de sufragntes de los 19 millones de votantes logrado en los comicios del pasado 12 de octubre de 2013 y solo llegó a las mesas receptoras un 78%, lo que hace pensar que una franja importantes de ciudadanos creyeron a las encuestadoras y consideraron poco trascendente su decisión electoral.
En todo caso, el porcentaje alcanzado en Venezuela ya se lo deseara Obama en los Estados Unidos o cualquier otro presidente de esas llamadas democracias, elegido a veces con un poco más del 50% de la totalidad de los votantes.
Así, la movilización electoral bolivariana bajó de 8.2 mill a 7.5 mill, 55% a 50%), confiada quizá en los datos de las encuestadoras, en tanto la gente de Capriles se mantuvo y mejoró la movilización (6.6 mill a 7.3 mill, 44% a 49%, en vista que perdían las elecciones y que Maduroa no era Chávez.
Seguramente los asesores de Maduro analizan en estos momentos por qué los votantes de la llamada pequeña burguesía,, campesinado, proletariado y sectores populares venezolanos fueron atraídos en esta oportunidad por un discurso como “Venezuela somos todos”, “defendemos la paz”,etc, luego de veinte años de cambios, desde el caracazo.
Desde una perspectiva de estructura de clase las elecciones venezolanas revelan a Maduro que la profundización del proceso urge y que hay sectores con los que se puede contar para llevar adelante la revolución. El problema surge cuando en la dinámica del diálogo, quienes siempre impusieron sus intereses de clase, quieran echar atrás la marcha.
*Periodista, abogado y notario UCR