(LUNES 04 DE MARZO-2024-EL JORNAL). Cartaginés sigue paso a paso el rumbo del Titanic, que el 14 de abril de 1912 acabó a 3000 metros de profundidad en el océano Atlántico, y de su grandeza solo queda la leyenda.
El equipo blanquiazul ha sumado un punto de los últimos 15 posibles y juega mal, muy mal, a pesar de que el bueno de Mario García hace malabarismos en las conferencias de prensa para salvar a sus dirigidos, lo cual es imposible, porque ese equipo está desconectado y solo es posible eximir de la debacle a José Luis Quirós, que es símbolo de este descuadrado equipo.
Si Mario García fue ratificado por el presidente Leonardo Vargas en la dirección, tiene que darle todas las llaves, incluso la venia para que termine el torneo con cinco o seis juveniles, que aunque carezcan de toda experiencia en la Primera División, podrían aportar entusiasmo y energía. El Valencia de hoy es un buen ejemplo de ello.
Hoy lo de Cartaginés es imposible de ubicar en una sola circunstancia, pero lo que no puede seguir sucediendo es que el equipo juegue tan mal, y salgan los mismos jugadores al campo.
En Cartaginés pasa algo que no nos han querido contar. Es como ese iceberg del que le dieron noticia al capitán del Titanic, y del que solo se veía una cuarta parte, porque el resto estaba por debajo de la superficie.
En el equipo brumoso vemos la calamidad en el juego, en las incoherencias en la zaga, la pobreza de ideas en el medio campo, y la nula capacidad goleadora del club, pero no sabemos las razones de esa parálisis.
Será la dirigencia, insisto, la que le dé todo el respaldo para que el mexicano pegue un meneón de unos diez grados en la escala de Ritchter y procure así dar con la tecla que hoy ni ve pasar.
La afición y la historia no merecen un equipo con futbolistas que no merecen vestir esa camiseta. Revisen la historia del Cartaginés para que se den cuenta de quiénes han honrado esa camiseta, originalmente blaugrana, y que luego se trocó en blanquiazul.
La grandeza de un equipo se respeta. Por eso, si Leonardo Vargas quiere salvar al club, debe hacer limpieza total al final de temporada e incluso plantearse terminar con los juveniles el torneo. De todas maneras, el equipo sigue hoy la ruta del Titanic y ya sabemos cómo terminó la historia.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL