(MIÉRCOLES 01 DE NOVIEMBRE-EL JORNAL). No basta con morir en la orilla. No es suficiente jugar con alguna dignidad, si al final el resultado le condena a ver la Concachampions por televisión.
Que el Comunicaciones no enfrente al Inter Miami, porque sería el mayor de las frustraciones en la historia del Cartaginés dejar de enfrentar a Messi, con toda la parafernalia que hoy le rodea con el discutido balón de oro que le entregaron.
Cartaginés, tras ganar el torneo después de 82 años, ha vuelto a su ejercicio reiterado de perder. Esa planilla está para mucho más, pero no rinde a su altura. Lleva razón Leonardo Vargas, cuando muestra enfado de manera pública por lo sucedido en Concacaf y el torneo nacional. A ello habría que añadir este repechaje.
Antes de llegar a los penales, los brumosos tuvieron más que claras oportunidades para solventar la serie, pero en realidad, dicha serie la dejaron escapar al empatar en el Fello Meza.
No hay jerarquía en este Cartaginés. No hay un jugador líder, que lleve la batuta en los momentos cumbres del juego. Y se notó en los penales. Tres penales muy mal lanzados: el de Marcel Hernández, Douglas López y Christian Martínez. Así no se puede llegar a ningún lado.
Se puede argumentar que el llevar la serie hasta el último minuto es un mérito, pero en el fútbol profesional no cuentan los “casi, casi”, y ser segundo, ya está dicho, es ser el mejor perdedor.
Cartaginés es un equipo grande e histórico, pero tiene que demostrarlo en cada competencia, como se le exige a Saprissa, Alajuelense y Herediano. Para estar en este selecto club, no se puede ir por la vida con la mirada baja.
Una nueva derrota. Un nuevo fracaso. Una nueva frustración. Ya es hora de que la camiseta del Cartaginés vuelva a brillar, pero con este equipo lleno de una cierta y extraña apatía, parece una meta inalcanzable.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL