LUNES 29 DE AGOSTO, 2022-EL JORNAL). Se acabó la historia del campeón en el Apertura. La matemática le da. Las razones en el campo no. Una temporada terminada en tan solo dos meses.
Sin torneo nacional y sin Concacaf, Cartaginés tendrá tiempo para probar jugadores sin meterse en líos por el descenso.
Sí, dije descenso. El éxito requiere maestría para su manejo y es natural que después de casi un siglo no se supiera manejar. Lo que requiere hoy el equipo brumoso es cabeza fría.
Que la dirigencia ajuste lo que tenga que ajustar sin hacer concesiones innecesarias. Debe pedir cuentas a quien corresponda de entre el cuerpo técnico y los jugadores. No obstante, no debe de tomar decisiones sin sentido y de esa manera empañar un campeonato que ganaron con gloria y todo merecimiento.
Ya el Cartaginés tiró la toalla. Ahora debe saber gestionar su travesía por el desierto. En la balanza de los por qués de la debacle hay muchos elementos que pasan por la primera línea: los entrenadores y los jugadores y en un segundo plano en la dirigencia, que tampoco supo frenar a tiempo la caída.
De forma tal, que la responsabilidad debe ir por territorios, y que cada cual cargue con la suya, porque el campeón prematuramente se borró del mapa de Concacaf y del torneo nacional.
En medio de la tempestad, el presidente Leonardo Vargas y compañía deberían de proceder con mesura, aunque ya todo esté perdido en la temporada.
Un cierre de año en blanco. Urge nuevas lucen en el equipo blanquiazul, pero sin decisiones torpes ni precipitadas.