(VIERNES 03 DE JUNIO -2022- EL JORNAL). Veo muchas voces discordantes en relación con el juego de la Selección ante Panamá. Y me preocupa porque en ningún momento se debe de perder la perspectiva. Lo trascendente para nuestro fútbol es el encuentro del 14 de junio ante Nueva Zelanda. Todo lo que se haga hasta ese día, debe de ir en función de obtener un resultado positivo y asegurar la presencia en el Mundial de Catar 2022.
Por lo tanto, abandonemos las voces de alarma. No hay por qué alzar la voz y empezar a señalar errores. ¿Qué nos dejó el partido? Lo que ya sabíamos en parte. Que por el costado izquierdo hay dificultades. Que en la zaga central el binomio Waston-Calvo es el titular, aunque el defensor morado venga de una lesión.
En el mediocampo, queda claro quiénes han de ser los titulares: Brandon Aguilera, por ejemplo , no serí la carta ideal para el juego ante Nueva Zelanda desde el principio, puede ser un recambio. Y arriba Anthony Contreras se mantiene firme como el delantero nueve de referencia. Esas lecturas, y otras muchas que hará el técnico, es lo que importa.
Bien lo dijo Luis Fernando Suárez con mucha claridad y hasta con cierto disgusto: ‘si por mi fuera no hubiera hecho ningún fogueo’.
Cada vez que juega la Selección hay que verla, sean encuentros oficiales o amistosos, aunque estos últimos van camino a la desaparición. Lo que no debemos hacer es precipitarnos por la pendiente de las especulaciones. No ha pasado nada. El juego en sí, como resultado, no representa nada para Costa Rica. Quizá sí para Panamá que comienza su camino pensando en el Mundial del año 2026, pero para los nacionales, el encuentoro fue solo un laboratorio.
Puede hacer más daño la intepretación del partido que el juego en sí. Es hora de llamar a la calma. El norte indica el camino a Catar con una escala ante Nueva Zelanda y eso es lo que realmente interesa, lo demás son versos al aire.